Viernes 25 de Septiembre de 2009 > Salud
El primer trago, cuanto más tarde, mejor
La edad a la que se comienza a beber determina la aparición de una adicción en un futuro
Todavía queda mucha investigación para dilucidar si el alcohólico nace o se hace. Si bien los factores ambientales juegan un papel decisivo a la hora de que un individuo tenga problemas de esta índole, lo cierto es que la genética también influye en la predisposición individual a desarrollar dependencia de esta sustancia.No obstante, varios trabajos publicados recientemente han arrojado algo de luz en este área de la ciencia. La conclusión general que se puede extraer de todos ellos, y a falta de datos definitivos, es que el momento de probar el alcohol parece decisivo a la hora de establecer el riesgo que se padece de sufrir alcoholismo, independientemente de la configuración genética de cada uno. Es decir, que la primera copa, cuanto más tarde llegue, mucho mejor.Uno de los trabajos que apoya esta tesis, llevado a cabo por un equipo de expertos de la Universidad de Washington (Estados Unidos) y publicado en 'Alcoholism: Clinical and Experimental Research', se ha llevado a cabo comparando la evolución de más de 6.000 parejas de gemelos (hombres y mujeres) procedentes de Australia.Todos los participantes respondieron a extensos cuestionarios. Entre otras, tuvieron que responder a preguntas relacionadas con sus hábitos en lo referente al consumo de alcohol, la cantidad que ingerían, la frecuencia y, lógicamente, la edad que tenían cuando probaron su primer trago.Paralelamente, los investigadores evaluaron la posible dependencia alcohólica de cada individuo conforme al DSM-IV (el registro oficial de enfermedades y trastornos, aceptado por la comunicad científica internacional).Después de valorar todos los datos, los científicos observaron que la edad a la que se probó el alcohol juega un papel determinante en lo referente a la dependencia futura de esta sustancia tóxica. Así, los que bebieron entre los 12 y los 13 años corrían mucho más peligro que los que lo habían hecho más tarde (a partir de los 15).No obstante, los investigadores no tienen clara la causalidad de este fenómeno. Es decir, si es la ingesta temprana de alcohol lo que activa una serie de genes que favorecen la dependencia o si existe una predisposición genética que induce al individuo a probar estas bebidas precozmente."Beber demasiado pronto puede deberse, ciertamente, a que el individuo se desenvuelve en un entorno que facilite la transición entre un consumo responsable y un abuso de la bebida", argumenta el director de este trabajo. "No obstante, también puede darse la circunstancia de que tomar alcohol desde muy joven cause una serie de cambios en el cerebro adolescente que modifiquen su vulnerabilidad individual a este tipo de adicción", continúa el especialista.No obstante, el equipo de investigadores muestra su opinión unánime en cuanto a la importancia de su trabajo. "La lección que se puede extraer de cara a la salud pública es que hay que tratar de retrasar la ingesta de alcohol todo lo posible entre los adolescentes y jóvenes, ya que eso disminuye la probabilidad de que los genes inductores de la dependencia alcohólica se activen y causen problemas en la edad adulta", apostillan. "Esto no quiere decir que los que empiezan a beber más tarde no vayan a sufrir problemas con la bebida, pero en estos casos parece que tienen más peso las circunstancias ambientales", concluyen. 
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