La misma institución se ocupó por dotar al cuerpo de los elementos necesarios y de capacitar a los voluntarios, gracias al aporte de los ciudadanos mediante cuota societaria, subsidios estatales, rifas, maratones radiales, etc.

Por esos años, antes de la profesionalización, una gran vocación de servicio llamaba a muchos hombres a incorporarse al grupo. Las sirenas tenían una justificación: la forma de comunicación telefónica era precaria y los toques, además de alertar al vecindario, era un aviso para quienes debían llegar rápidamente al cuartel, ponerse el equipo y partir hacia el lugar del siniestro trepados al autobomba, muchas veces ya en movimiento. Era muy común que los mismos vecinos en auto "levantaran" en la calle a los bomberos, conocidos por todos, quienes raudamente, a veces en bicicleta, otras veces de a pie, dejaban sus lugares de trabajo apenas escuchaban las sirenas. Sus patrones estaban de acuerdo en el retiro inmediato, por lo loable de la tarea. La radio local también contribuía al servicio dando la información rápidamente. La ciudad era chica y las sirenas se escuchaban en todos los puntos de la ciudad.

Los toques tienen un significado: un toque, prueba de la sirena; dos, salvamento; tres, incendio en la jurisdicción; cuatro, incendio fuera de la jurisdicción; cinco, aluvión y 6, adhesión a efemérides.