¿Qué es un amigo?, pregunta él, que es un niño y tiene la mirada chispeante de quien conoce el truco y no la decepción.

Y ya no sé que decirle.

Antes hubiera respondido con denodada seguridad.

Le habría hablado de códigos inquebrantables, de lazos, de experiencias compartidas, de gestos solidarios, de globos aerostáticos y de acrobacias sobre un trampolín. Pero al final del discurso lo habría sabido: estaría mintiendo.

En los últimos años he tenido multitud de charlas intensas, profundas y bienvenidas, por lo oportunas, con personas que no conozco de ningún parte.

Pasajeros en tránsito de un continente al otro.

Son conversaciones que jamás tuve y que jamás tendré con un "amigo".

Y a lo largo del tiempo fui depositario de gestos de solidaridad de parte de personas levemente vinculadas a mi y que más tarde si terminaría considerando delicados hermanos del alma.

No estoy seguro de cómo se podría explicar esto en términos simples para que lo entienda mi hijo de 7 años.

Pero diría que la palabra amigo no debe ser utilizada con la liviandad con que sacamos del bolsillo un cliché.

Cuando pienso en amigos no pienso en la barrita de la adolescencia.

Ni en los personajes que quedaron cerca luego del largo viaje que separa la juventud de la adultez.

Más bien creo que somos rayos de luz disparados al infinito.

Disparados con un propósito y un enigma que debemos resolver con los años. Somos, pero no sabemos exactamente para qué, ni para quien.

Sin embargo, imagino que estamos aquí para ayudar a alguien que no se encuentra en nuestro registro inmediato, para aliviar el dolor ajeno, para inspirar la vida de un desconocido.

Y que el juego se trata de descubrir a tales personas.

Para saludarlos, divertirlos, para darles una mano y salvarlos, para decirles te amo o bien reconocer o empujar su trabajo y su obra.

"Lo que estoy diciendo, León, es que no soporto la idea de los amigos porque sí, porque pasó el tiempo y aquí estamos, por el ya ni me acuerdo, porque el diablo nos juntó. Los amigos, los verdaderos amigos tienen un mensaje y una misión para vos y por eso mismo los reconocerás y te reconocerás como tal".

Bueno, eso le diría a mi pequeño.

Si algo deberían otorgarnos el transcurrir de los años es el aprender a diferenciar las personas que simplemente conoces de las que son tus amigos.

No sumas amistad por sumar décadas sino por las cosas que suceden entre vos y aquellos que dicen ser tus amigos.

Un amigo es un ser que de un modo u otro ha venido hasta aquí, después de atravesar planetas, estrellas y sistemas solares, a iluminar tu existencia.

CLAUDIO ANDRADE
candrade@rionegro.com.ar