Dolor, impotencia, desazón y bronca, mucha bronca, son los sentimientos que me invaden cuando circulo por las calles de mi ciudad y observo la intolerancia de la gran mayoría de los vecinos hacia el arbolado urbano: veredas sin árboles –en comercios, viviendas particulares y edificios de organismos públicos y privados– o árboles mutilados como consecuencia de inescrupulosas podas. Sin embargo, el punto culminante de mi indignación lo alcancé hace unos días cuando escuché a un funcionario municipal decir muy alegremente por una radio local que ¡autorizaba a los vecinos a podar los árboles de sus veredas! Tamaño desacierto sólo puede ser fruto de la ignorancia y la desidia de quienes gobiernan esta ciudad. He leído en fuentes autorizadas y he escuchado a diversos profesionales en dos jornadas de discusión sobre pautas técnicas y culturales para el arbolado urbano que llevó a cabo hace unos años la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Comahue que los árboles forestales no se podan. Las podas agotan los árboles. Sólo se admite la eliminación de ramas o partes de ellas por un determinado motivo (estético, funcional o de seguridad), que debe ser definido por una persona competente en la materia. Por lo tanto, es inaceptable que desde el municipio allense se autorice, con total desenfado y absoluto desconocimiento del tema, que cualquier persona pode el árbol de su vereda.El 30 del mes pasado, el señor Horacio Vorraso, médico roquense, también manifestó por este medio su preocupación por lo que está sucediendo en varias ciudades de nuestra región con los árboles del paisaje urbano, despreciados sin consideración alguna. Me pregunto: ¿es necesario recordarle a la población los beneficios que nos brindan los árboles tanto a los seres humanos como a los animales? Entonces, si son tan útiles, ¿por qué suelen ser objeto de desprecio y desatención? Si son tan necesarios para mejorar las condiciones ambientales, ¿por qué padecen la negligencia no sólo de autoridades gubernamentales sino también de muchos vecinos que de manera desaprensiva y vergonzosa los dejan morir o los podan brutalmente, desconociendo que con esa tarea los exponen a enfermedades de difícil control, reducen su capacidad de elaboración de oxígeno, afean su aspecto natural y, en definitiva, acortan su vida? La situación de los árboles de una ciudad refleja el nivel cultural de su gente. Fabiana A. García DNI 18.493.594 Allen |