Lunes 21 de Septiembre de 2009 14 > Carta de Lectores
La oferta de Cobos

El vicepresidente Julio Cobos acaba de dar un paso significante en el viaje accidentado que, espera, lo lleva a la presidencia de la Nación. Al difundir un escueto documento en que convoca a un "gran consenso nacional" a favor de lo que se asemeja mucho a un eventual programa de gobierno, dejó saber que en adelante no se limitará a llamar la atención a su independencia del resto de equipo kirchnerista mediante gestos y declaraciones acerca de temas puntuales, como el supuesto por sus discrepancias con el proyecto de ley de medios, sino que abogará por una alternativa estratégica que es claramente distinta de la implicada por el "proyecto" del ex presidente Néstor Kirchner y su esposa. Huelga decir que se trata de una actitud que sería más apropiada para el líder oficial de una agrupación opositora de lo que es para quien es, en teoría por lo menos, un integrante clave del gobierno actual, pero es evidente que a esta altura tales detalles no le interesan en absoluto. Para Cobos, el problema principal consiste en encontrar la forma de aprovechar la popularidad personal que ha sabido granjearse para dotarse de una base de sustentación organizada que descanse en algo un tanto más firme que las veleidades de la opinión pública. Para lograrlo, tendría que asegurarse el apoyo de muchos otros dirigentes influyentes. Por razones nada misteriosas, aquellos que se creen presidenciables serán reacios a aproximarse demasiado a Cobos por entender que hacerlo equivaldría a reconocer su liderazgo, pero parecería que hay muchos radicales, peronistas disidentes y otros que estarían dispuestos a hacerlo por creerlo la persona indicada para gobernar el país cuando haya llegado a su fin el ciclo kirchnerista.

Tal y como ha ocurrido con cierta frecuencia a partir de la restauración democrática de 1983, últimamente se ha hablado mucho de la conveniencia de un "pacto de La Moncloa" criollo, o sea, de un acuerdo entre las fuerzas políticas más importantes sobre las "políticas de Estado" de los próximos años. Por supuesto que habría una diferencia fundamental entre el pacto que tanto contribuyó a fortalecer la joven democracia española después de décadas de dictadura franquista y su hipotético equivalente argentino, ya que entre los comprometidos con el pacto previsto por sus impulsores no estaría el gobierno actual. Sucede que el propósito principal del "consenso" propuesto por Cobos y otros consistiría en aislar todavía más a un gobierno que a su juicio se ha alejado irrevocablemente del grueso de la ciudadanía y también de los legisladores que fueron elegidos el 28 de junio. Desde el punto de vista de los muchos que piensan de este modo, hasta diciembre el país tendrá que conformarse con un Congreso formalmente legítimo pero así y todo viciado, pero en cuanto comience a sesionar la versión renovada se modificará definitivamente el equilibrio del poder, lo que obligaría a los Kirchner a permitir que el Poder Ejecutivo se acostumbre a respetar los límites fijados por el Legislativo. En otras palabras, a juicio de los entusiasmados por la idea de un "pacto de La Moncloa" argentino, en la actualidad los Kirchner y sus simpatizantes están cumpliendo un papel parecido a aquel que en la España de la segunda mitad de la década de los setenta fue propio del generalísimo Francisco Franco y sus cohortes.

La iniciativa de Cobos no sólo significa que ha asumido abiertamente el papel de líder opositor que, huelga decirlo, está desempeñando desde hace más de un año, sino que también muestra que ya ha empezado a definir lo que sería su estrategia política en el caso de que "en un futuro no muy lejano" le tocara ser presidente de la República. Sin entrar en detalles sobre las medidas que tomaría, ha hecho hincapié en la necesidad de concentrarse en mejorar la seguridad, la calidad educativa, el sistema de salud y, en el ámbito económico, en "generar reglas claras y durables, que den un marco de previsibilidad y confianza a las inversiones existentes y futuras". Aunque sólo se trata de generalidades, de concretarse las ideas contenidas en el programa esbozado por Cobos, mucho cambiaría ya que, a diferencia de los Kirchner, el vicepresidente parece preocuparse mucho más por el largo plazo que por la clase de medidas que a lo sumo podrían producir réditos políticos inmediatos.

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