Unidos en los malos resultados y horizontes vacíos, las dirigencias de Boca y River definirán en las próximas horas el futuro de los entrenadores Alfio Basile y Néstor Gorosito.
Basile, aún sin ser el foco de cuestionamientos que bajan de las exigentes tribunas boquenses, comunicó que su situación no daba para más, tras quedarse fuera de la Sudamericana y con tres derrotas al hilo que hacen casi quimérica la búsqueda de clasificación a la Copa Libertadores, una condicion sine quanon para quien se ubique en el banco xeneize.
Gorosito persevera. Ya dijo que se quedará hasta diciembre, más allá de no ser él quien tiene la última palabra y hasta afirmó que tiene "demasiadas pelotas" para persistir en el cargo. Esta vez no solo los futbolistas fueron humillados desde la cercanas gradas del pequeño estadio de Arsenal sino que esta vez también el técnico fue centro de las quejas de los hinchas.
Ninguno encuentra el rumbo en dos equipos repleto de veteranos que hace tiempo ven cómo se van apagando las luces de los fulgores brillantes que demostraron en lejanos tiempos de celebraciones. Godoy Cruz y Arsenal, dos equipos chicos cuya mayor parte de sus respectivas historias apenas si soñaron con jugar en primera división fueron los que hundieron el puñal porque la estocada ya estaba dada. También son distintas las historias que se dieron tras la quinta fecha. Basile llamó al manager Carlos Bianchi, quien lo llevó de vuelta a Boca, para informarle que no encontraba más resto y que prefería irse.
Hubo una secuencias de visitas nocturnas en el hotel Embajador para persuadirlo de que se quede.
El más interesado en ello es Bianchi, no solo porque fue quien lo convocó sino que podría tener que ponerse el buzo de entrenador ya cumplida la cláusula de no haber sucedido inmediatamente a su amigo Carlos Ischia. "Ahora viene otro técnico y después sí Bianchi" había dicho el presidente de Boca, Jorge Amor Ameal, cuando Ischia se despedía del club.
Bianchi sabe que como entrenador se expone y justo en un momento oscuro del equipo, casi sin posibilidad de renovación hasta dentro de cuatro meses. Desde que asumió como manager se convirtió en el hombre fuerte del club, y hasta dejó sin poder a los dos vices: Jorge Beraldi y Juan Carlos Crespi, a quien les arrebató el manejo del fútbol.
Pero si Bianchi tiene que volver al llano de los entrenamientos, difícilmente se le acepte al mismo tiempo mantener sus actuales funciones. En ese caso, Ameal también quedaría un tanto desprotegido, porque sin Bianchi como colchón, se expone a las fricciones internas que suelen inflamarse hasta explotar en épocas de crisis.
En cambio, según supo DyN de fuentes del club de Núñez, Gorosito hasta pasada la medianoche no se había comunicado con el presidente José María Aguilar.
El titular riverplatense, que dejará el club en diciembre pues no se presentará a la reelección, quería que Gorosito se quede aún sin aspirar al título, pero ahora con el equipo en las profundidades, numéricas y de juego, trastocó los ánimos. "Esto es un desastre. Gorosito tendría que renunciar hoy", sostuvo una fuente muy cercana al oficialismo en la comisión directiva consultada por esta agencia.
Sin embargo, aseguran en River que esperarán que sea el técnico el que abra el juego y si no Aguilar no moverá las piezas y seguirá esperando partido tras partido. La última acción del entrenador fue despedirse del plantel hasta el martes, cuando vuelvan a practicar en Ezeiza a puertas cerradas. En el club dieron cuenta que en el caso de una dimisión de Pipo no son los tiempos para nombrar un interino pues se está en los albores de un torneo.
Afirman que no hubo siquiera sondeos por otros técnicos aunque saben que "hay muchos que están dispuestos" a asumir pese al estado de situación, llámese Leonardo Astrada, Nery Pumpido o Omar Labruna.
DYN