En la Argentina, la cantidad de muertes por accidentes de tránsito o por inseguridad es mayor que la de cualquier guerra entre naciones que se haya librado en el mundo.Los ciudadanos argentinos estamos inmunizados por todos los hechos que se registran en nuestro territorio; lo vemos como un suceso normal y corriente. Hemos perdido la capacidad de asombro, dolor, indignación y exigencia. El reclamo es tibio, casi imperceptible... ¡nuestra sociedad está en peligro de deterioro total!El Estado, incapaz de resolver tan grave situación, se ve tolerante e impotente frente a este cuadro de situación extremadamente acuciante y peligroso. En muchos casos, a través de los funcionarios y sus resoluciones las instituciones potencian aún más esta realidad.Los jueces emiten fallos polémicos y considerablemente garantistas para algunos pero no para el resto de la sociedad y las familias destruidas. En el último fallo la Corte Suprema de Justicia colmó de ira a los argentinos y destruyó por completo la utopía de tener una Justicia que falle en beneficio de todos los argentinos en general, quiero decir en salvaguarda de la familia como institución; todo lo contrario, ya que habilitar el consumo en el ámbito privado aumenta los delitos y accidentes en las calles de nuestro país.¿Quién me garantiza que aquellos que terminan de consumir sustancias tóxicas al salir a la vía pública no cometerán delitos o protagonizarán accidentes, además de la calidad de ciudadanos enfermos que produce la marihuana u otros tóxicos, que deterioran el cerebro humano?Los argentinos seguimos esperando, pero nuestro pueblo se está muriendo minuto a minuto ante la miopía de los funcionarios. 

Miguel Ángel Henríquez, DNI 10.868.858 - Neuquén