Quiero referirme al episodio que nos tocó vivir con mi familia el pasado jueves 20 de agosto, luego de visitar San Martín de los Andes.

Al atardecer decidimos emprender el regreso a Villa La Angostura por el camino a Villa Meliquina, hacia Confluencia.

La inexperiencia y falta de conocimiento sobre el estado del camino hizo que en un tramo del faldeo nuestra camioneta quedara atascada en la nieve. No podíamos avanzar y lo único que podíamos hacer era tratar de caminar hasta el puesto de vialidad en la base para pedir ayuda, quedando en el vehículo mi mujer, mi nuera y mi nieto de 3 años.

En ese momento vimos avanzar en sentido contrario otra camioneta tripulada por tres jóvenes, quienes descendieron y nos ofrecieron su ayuda.

Luego de evaluar la posición de nuestro vehículo, realizaron una arriesgada maniobra que no sólo lo liberó de la nieve sino que lo giraron en sentido inverso para poder descender.

No conformes con ello, uno de los muchachos se ofreció a bajarnos hasta el llano, mientras los otros dos nos escoltaban con su propio vehículo, dado que ya se había hecho de noche.

Sólo cuando entendieron que podíamos seguir solos, volvieron a su auto y continuaron su viaje.

Al despedirse, mi torpeza pretendió compensar al que había rescatado nuestro auto. Mientras me estrechaba la mano, rechazó lo que le ofrecía con un firme: "No hace falta, señor. El agradecimiento es suficiente".

El nombre de ese caballero que honra a esta comunidad es Mateo Keenan. Sus acompañantes, Nicolás Cordero y un joven de apellido Della Paolera a quien pido disculpas por no recordar su nombre de pila.

Si alguno de ellos lee esta carta quiero que sepan que el recuerdo de San Martín de los Andes estará siempre ligado a su hidalga manera de entender la solidaridad y que siempre estarán presentes en el corazón de nuestra familia.

A ellos, nuevamente, muchas gracias.

Daniel Gril y familia

DNI 8.348.019

danielgril@yahoo.com

Ciudad Autónoma de Buenos Aires