Llegó a San Sebastián precedido por un contundente éxito de taquilla en Argentina, y el cineasta Juan José Campanella ha conseguido meterse también en el bolsillo a la crítica del festival: la mezcla de emoción, comedia e intriga de "El secreto de sus ojos" sólo recibió hoy felicitaciones y pisa fuerte en la carrera por la Concha de Oro.
Pero Campanella no fue el único protagonista de la jornada, que hoy discurre con un marcado acento alemán: "This is love", de Matthias Glasner, también se presentó en la Sección Oficial, aunque su acogida fue mucho menos entusiasta.
Además, a lo largo del día se proyectan "La cinta blanca", del austríaco Michael Haneke (Palma de Oro en Cannes y Gran Premio Fipresci), "Desperados on the Block", de Tomasz Emil Rudzik, y "Five Minutes of Heaven", de Oliver Hirschbiegel ("El hundimiento").
Con "El secreto de sus ojos", basada en la novela de Eduardo Sacheri, el director de "El hijo de la novia" se desmarca de sus películas anteriores para embarcarse en el cine negro y narrar la historia de una pasión, envuelta en un crimen sin resolver que ha permanecido imborrable en la memoria del protagonista a lo largo de 25 años.
Y éste no podía ser otro que su actor fetiche Ricardo Darín, quien además hace doblete en el certamen con "El baile de la victoria", de Fernando Trueba.
"Juan y yo tenemos recorrido mucho camino juntos y es muy generoso conmigo", dijo Darín durante la rueda de prensa.
Desde que Campanella le entregó el guión de "El mismo amor, la misma lluvia" y le dijo "escribimos esto pensando en ti", sintió que le "hacían un regalo". A ése siguieron "El hijo de la novia" -donde también coincidió con la otra protagonista del filme, Soledad Villamil- y "Luna de Avellaneda".
"Él es quien maneja mi carrera de alguna manera", añadió, dejando patente la buena relación que los une desde hace años.
"El secreto de sus ojos" se mueve a caballo entre los años 70 y el presente, orquestada por los recuerdos de un recién jubilado que ya sólo puede mirar hacia atrás "para moverse hacia delante", explicó Campanella.
"Hasta que no cierran bien las heridas, no se puede seguir". Porque por mucho que se intente, "el pasado no muere, no termina de ser sepultado", añadió Villamil.
Y en esa búsqueda, los ojos se convierten en llaves que irán abriendo cerraduras, pues "todos los personajes guardan un secreto".
Campanella se propuso rodar dos películas, "una con el diálogo y otra con los ojos", porque precisamente ahí radica "la principal diferencia entre el cine y las demás artes interpretativas, en la posibilidad del primer plano", la fuerza de la mirada.
DPA.-