Cuando parecía que la ventaja de dos goles que había logrado Vélez era indescontable, Independiente se sobrepuso y rescató un merecido 2-2 en el estadio de Lanús. El Fortín, mientras estuvo arriba en las cifras, se había acomodado en la cima junto a Estudiantes y Central, pero los dos puntos que terminó por resignar lo relegaron. Para el Rojo fue un premio justo, porque jugó de igual a igual e incluso mostró superioridad ante un rival calificado.
El local dominó la primera mitad. La presión de sus volantes y las escaladas de Mareque y Vella más desequilibrio de Mancuello y Piatti fueron por momentos incontrolables para el campeón.
Desconcertado y hasta displicente, Vélez en ese período nunca logró encontrarle la vuelta al equipo de Gallego. A los 3 y tras algunos rebotes en el área hubo una chance neta para Piatti, pero remató a las manos de Montoya. Cinco más tarde, Gandín dejó correr el balón para Silvera, quien ingresando al área también remató a las manos del 1.
La única velezana ocurrió sobre la media hora de juego, tras un centro de Papa desde la izquierda que encontró bien colocado a Cristaldo, pero el cabezazo resultó sin la dirección adecuada.
En el segundo período, el Rojo arrancó mejor, pero Vélez, pragmático, golpeó en los momentos justos y se puso en ventaja por partida doble, primero con un penal dudoso a López, que convirtió el propio uruguayo y después con una buena definición de Cristaldo. En 5 minutos, uno de los mejores equipos del país hizo más que en todo el partido y casi define la historia.
A partir de entonces el conjunto de Gareca empezó a manejar los tiempos, pero cuando parecía que la ventaja era irreversible el descuento de Silvera le renovó la vida a la formación del Tolo Gallego. A 10 del final, Matheu ganó de cabeza y le dio un merecido empate a Independiente.
Así, por arriba y desde arriba, Vélez dejó escapar dos unidades y la cúspide del torneo. El Rojo está lejos, pero si repite lo de anoche, puede soñar.