SAMOS, Grecia (AFP).- Los miles de emigrantes afganos, iraquíes, pero también magrebíes y subsaharianos, que buscan llegar a Francia o Inglaterra, cruzan por Samos, en el mar Egeo, donde se siente la presión migratoria a que está sometida Grecia, cuyas fronteras dejan pasar el 50% de los "clandestinos" hacia la UE.
El ministro griego del Interior, Spiridon Flogaitis, que visitó esta semana el centro de retención de Samos junto con el ministro francés de Inmigración, Eric Besson, lo afirma sin vacilar: "todos los que pasan por aquí llegarán un día a París", dijo.
Cuatrocientos inmigrantes se encuentran actualmente en ese centro, cuya capacidad es sólo de 280 plazas. Pero hace unas semanas eran 800. Con la mitad de las entradas irregulares en la Unión Europea, según cifras oficiales, Grecia se encuentra en la primera línea del problema y pide ayuda. "Los griegos no podemos hacer frente solos a tal presión migratoria, que sobrepasa nuestras capacidades", afirmó el ministro.
Más de 88.000 emigrantes clandestinos fueron detenidos en las fronteras griegas en 2008, una cifra 23% superior a la de 2007. Grecia es la principal puerta de entrada al espacio Schengen para los albaneses, los afganos y los iraquíes.
La frontera greco-turca es la más expuesta, con más de 46.000 detenciones, de ellos 32.000 desembarcados en las islas del mar Egeo, tantos como los que llegan a la isla italiana de Lampedusa. Hay que señalar que, desde los acuerdos firmados este año entre Italia y Libia, disminuyó el número de inmigrantes irregulares procedentes de las costas libias que llegan a Italia y a Malta (32% en lo que va de año, según cifras oficiales).
"Las rutas migratorias cambian", señala en Samos el capitán de una lancha italiana de la Frontex, la agencia europea de vigilancia de fronteras.
"Interceptamos ahora magrebíes y africanos del oeste que transitan por Turquía y el Egeo", dice.
Los inmigrantes irregulares interceptados por la Frontex o la policía griega son a menudo liberados bastante rápidamente, dado que la capacidad de los centros de retención en Grecia está ya sobrepasada y que su readmisión en los países de origen es a menudo imposible.
"En Samos, el plazo varía entre cuatro días y un mes", señala Hocine Harka, oficial de una lancha francesa de la Frontex. "Después, las autoridades griegas le entregan un billete del ferry para Atenas y allí, es la puerta abierta de Europa", dice.
"Ocurre a menudo que los refugiados, cuando nos ven, dañan su embarcación y se echan al agua para que los recojamos", acota el capitán de una lancha italiana. El papel de la Frontex es ambiguo, entre vigilancia de las fronteras europeas y asistencia a los emigrantes. Mañana, el ministro francés Eric Besson presentará a sus pares europeos propuestas para reforzar su misión.
Todo empieza -o sigue- en Turquía. "Se paga una cantidad al traficante para llegar desde casa hasta Turquía. Allí se sube uno a un barco hasta Grecia. ¡En la frontera turca con Irán hay toda una ciudad que vive de este negocio!", asegura un observador de este nuevo fenómeno, en Grecia.
Según los cálculos de las autoridades griegas, miles de inmigrantes esperan en la costa turca su oportunidad para superar la corta distancia por mar hasta Europa. Mientras el flujo de inmigrantes ilegales a Italia y España se ha reducido drásticamente, las islas Leros y Patmos son el nuevo escenario de las olas migratorias desde Asia y África.