ROCA (AR).- Bien podría ser una de esas típicas frases: "más difícil que... hacer un tratamiento de conducto a un jaguar".
Nada de irreal: Nahuel puede dar fe.
Nahuel es un jaguar de casi cinco años, y unos 75 kilos de peso. Habita en el recientemente inaugurado zoológico "Bubalcó", en Guerrico (Allen). Ayer no le quedó otra y tuvo que vérselas con el dentista: uno de los pocos "veterinario-odontólogos" de la Argentina, y que llegó a la región para realizar un tratamiento de conducto en sus dos colmillos.
No escuchó el temido torno ni conoció el gran operativo que se montó para poder arreglar su dentadura. Sin embargo, el jaguar parecía presentirlo. Y por eso, poder dormirlo para realizarle el "arreglo" fue la parte más difícil.
Si bien suena extraño el tipo de práctica a la que se sometió al felino (que de sólo verlo impone respeto), Adalberto Amato, el veterinario especialista en odontología, aseguró que el tratamiento es "habitual". Será porque entre sus pacientes figuran, además de clásicas mascotas, también un león africano, un cobayo y perritos de poco más de 900 gramos de peso.
Volvamos a Nahuel. Ayer en su nueva casa desde los últimos ocho meses, en la reserva de especies de la fauna silvestre "Bubalcó", se portó como un rey. Aunque claro... estuvo bien dormido.
Sus cuidadores, junto a sus veterinarios -Marcelo Miserendino y Leonardo Waridel- lograron calmarlo y anestesiarlo para el necesario tratamiento. Es que desde hace tiempo detectaron problemas en sus colmillos y "había comenzado a sangrar", comentaron. Fue por eso que se buscó la ayuda de un experto, y ayer, en un procedimiento que llevó buena parte de la tarde, se logró recomponer su dentadura.
Nahuel fue sometido a un "tratamiento de conducto radicular", precisó Amato, que "es lo más frecuente que hacemos en razas grandes, en caninos y a veces en felinos también".
La intervención era necesaria porque "al animal le duele, como a nosotros, porque además al estar fracturado el colmillo se expone la pulpa y es la vía de entrada de la infección". Por eso, explicó Amato -de vasta trayectoria en el país y en el extranjero- "hay que eliminar la pulpa para eliminar el foco infeccioso, puede estar necrosada o puede llegar a una gangrena".
¿Y qué decir? Así como encanta verlo correr, saltar y gruñir fuerte, ayer, tendido en la camilla daba algo de pena. Aunque por suerte, fue solo un rato, y para dejarlo "como nuevo".
El procedimiento "es igual que en los humanos", explicó el veterinario, que da cursos en varios países vecinos: "Consiste en eliminar la pulpa, que es la parte viva del diente, que es un paquete vásculo-nervioso; se limpia la pared del diente, se higieniza, se desinfecta y se obtura. Así queda preservada la pieza".
Pero lo primero es lo primero, aclaró: "Se lo duerme y una vez en la camilla se lo intuba y se le administra la anestesia inhalatoria".
- ¿Será suficiente?, se le preguntó a Amato. "Y... espero que dure", sonrió, esperanzado.