Corría el año 1904 y, no se sabe bien si por razones de geopolítica o simples cuestiones de política de la época, se decidió trasladar la capital del Territorio del Neuquén desde Chos Malal a su actual asentamiento, ubicado en la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. Hasta allí la decisión estatal pero, claro, restaba ejecutarla.
Es así que el gobernador del territorio, Carlos Bouquet Roldán, encomendó la custodia de la documentación, los valores y de algunos empleados con sus familias a dos destacados policías, el subcomisario Horacio Félix Sautu y el sargento Ricardo Guzmán, quienes al comando de la Escolta del Regimento 5º de Infantería llevaron adelante la misión.
La elección del mandatario no fue casual. Aquel hombre de contextura pequeña poseía grandes valores personales y profesionales. A su sentido de honradez se sumaba su prestigio como incansable y experimentado rastreador y baqueano, que obraba como la mejor carta de presentación y aseguro de éxito.
De esa manera y luego de organizar el viaje, partieron desde Chos Malal sobre el mediodía del 14 de julio de 1904 por el camino "Carranza" y al lento paso de la caballada, mulas y carretas se dirigieron primero hasta "Bajada del Añelo" y finalmente hasta la confluencia. Veinte días llevó la travesía, en los cuales el viento y la tierra, el frío y la distancia intervinieron para que la tarea no fuera sencilla. Aun así, Ricardo Guzmán cumplió la misión encomendada. Durante el día, largas jornadas de marcha y durante la noche, poco descanso, ya que se temía el ataque de bandidos tan comunes por esas épocas.
Llegaron a la confluencia "un día frío y donde la escarchilla cortaba la cara" (según relata Félix Sautu) y el tan valioso cargamento fue entregado "sin novedad".
Quizás hoy y a la distancia no nos parezca tan importante esta misión, porque para ello debemos primero ubicarnos en tiempo y espacio: con aquellos caminos casi inexistentes, marcha a paso de mula y soportando durísimas inclemencias del tiempo, con distancias que se extendían más allá de donde alcanzaba la vista, la soledad, la necesidad de autosuficiencia y el viento que cuarteaba la cara sin piedad. Entonces sí podremos dimensionar que se trató de una aventura casi épica donde la responsabilidad era enorme y el esfuerzo físico extenuante.
Hoy observo la fotografía de un anciano frágil, vestido de paisano y con su sombrero en la mano izquierda. Es una foto de Ricardo Guzmán viejito que figura en el "Libro de Oro del Cincuentenario de la Capitalización de Neuquén". Su figura se ve endeble y su cara surcada por infinidad de arrugas, pero ese rostro quemado por este (o aquel) viento patagónico y la profundidad de su mirada me dejan ver al otro Ricardo Guzmán... al de la fortaleza, al del espíritu inquebrantable y al de la firme decisión de cumplir la misión encomendada.
Una oleada de respeto y reconocimiento atraviesa mi cuerpo; siento la necesidad de cuadrarme en firme y hacer saludo uno a la foto del anciano y pienso: "¡Sí!, es un acto de justicia que este viejo policía de territorios dé nombre a nuestra Escuela de Suboficiales y Agentes" (a propuesta e investigación del Crio. Insp. Tomás Heger Wagner, el 23/11/1992 se emitió resolución Nº 953/JP). Luego reflexiono que podrán haber cambiado los tiempos, las personas, la sociedad y que hoy podemos hablar de autopistas de comunicación informática, de tecnología y globalización o de planificación y presupuesto porque forman parte de nuestro mundo actual, pero aquellos valores como el del sentido del deber, la responsabilidad, el estoicismo, la hombría de bien y la honestidad, que hace más de un siglo enarbolaba como bandera y forma de vida Ricardo Guzmán, no han cambiado en absoluto y poseen más vigencia que nunca y que hoy nosotros, policías modernos, debemos ponerlas en práctica en cada nuevo día (o noche) de trabajo, donde la sociedad en su conjunto o los vecinos en particular lo requieran, allí haciendo puesto sobre la ruta en Collón Cura o Nahuel Huapi, en la empolvada geografía de Los Catutos, sobre el viento del Cajón de Hualcupen o patrullando las calles de Neuquén y sus barrios, porque de esa manera estaremos honrando a todos los Ricardo Guzmán que nos precedieron y seremos fieles a la conducta que ellos trazaron con acciones, ejemplo, honestidad y sacrificio y que hoy forman parte de la tradición de la Policía de la provincia del Neuquén.
(En reconocimiento a mi abuelo, mi tío abuelo, mi padre y a todos aquellos oficiales y suboficiales que integraron la Gendarmería y Policías Volantes, la Policía de Territorios y la Policia Provincial y que ya no se encuentran entre nosotros).
Fuente histórica: "Guardianes del Orden", de T. Heger Wagner.
Ángel A. Junge Paz, DNI. 18.180.089
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