| Llegaron a ese festival para presentar la película "Bastardos sin gloria", que abrirá esta noche la sección Zabaltegui-Perlas del certamen donostiarra.
"Creo que soy el mismo joven aquel que atendía un videoclub hace muchos años, pero con la única diferencia que pude cumplir mis objetivos", afirmó Tarantino en una rueda de prensa multitudinaria posterior a la primera proyección del filme, donde también señaló que "fue muy divertido filmar la película" y dijo que espera poder hacer "muchos otros filmes como este".
Acompañado por un Brad Pitt que sorprendió con una barba tupida, Tarantino llegó más de 20 minutos tarde a una conferencia que duró menos de media hora y en la que, si bien estuvo sonriente, bromista e informal, fue excesivamente parco en sus respuestas y demostró muy pocas ganas de reflexionar o agregar algo interesante a las escasas preguntas que se le hicieron.
Elogiada por la crítica mundial "Bastardos sin gloria" es, sin embargo, una exaltación del sadismo y la violencia que transcurre en la Francia ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y narra dos historias paralelas que se unen, hacia el final, en una explosión de venganza.
Escrito y dirigido por el autor de grandes filmes como "Perros de la calle", "Pulp Fiction" y "Kill Bill", el filme narra primero la historia de Shosanna Dreyfuss (Mélanie Laurent), una joven judía que sobrevive a la masacre de su familia y, algunos años después, regentea un cine en París desde donde planea cobrarse a sangre y fuego la muerte de sus padres y hermanos.
Otra historia acompaña a un grupo de soldados judíos y nazis desertores que componen un comando secreto dirigido por el teniente estadounidense Aldo Raine (un bruto sanguinario y taimado interpretado por Pitt), que se dedica a cazar y asesinar a sangre fría -incluso a batazos- a todos los nazis que se cruzan por su camino.
Ambas historias tienen en común la maldad del coronel nazi Hans Landa (un sorprendente Christoph Waltz, el verdadero hallazgo actoral de la película), un ser despiadado y abominable que se dedica a "cazar judíos" con total elegancia y cinismo, sin mostrar nunca su verdadero rostro, actuando como un investigador racional e implacable.
"Lo más difícil de la película supongo que fue hacer la secuencia del incendio en el cine. Hicimos una reunión cada tres o cuatro días para descubrir cómo lo haríamos", recordó Tarantino sobre uno de los momentos culminantes del filme, donde los "bastardos sin gloria" asesinan de un solo golpe a la cúpula máxima del Tercer Reich y dan vuelta la historia de la Segunda Guerra.
"La reacción del público frente a la película es muy diferente dependiendo del país en que se proyecte. En algunos países la gente se ríe más y en otros menos. En algunos casos la violencia les parece más terrorífica y en otros un poco más cómica", agregó el cineasta con su manera de hablar rápida y desganada.
En relación al uso de música de otros filmes en sus películas y en esta, Tarantino dijo que "elegir la música es un proceso durante todo el rodaje y la primera etapa antes de escribir el guión. Escucho y busco música para inspirarme. A veces se acumula tanta música que luego la incluyo en la película".
Si Tarantino fue pura impotencia a la hora de contestar las dudas de los periodistas, Pitt se mostró mucho más simpático y animado: "Nunca he tenido una experiencia como esta. Fue perfecto para mi, tan perfecto que no me atreví ni siquiera a cambiar una palabra del guión".
"He tenido mucha suerte en mi carrera, pero siempre intento encontrar algo diferente. A veces funciona y otras no. Igualmente siempre intento trabajar con gente que respeto y por eso busco guiones interesantes”, agregó el actor.
"Estaba muy claro mi papel en el guión, y Tarantino sabe exactamente lo que tiene que hacer cada personaje. Por eso fue muy fácil trabajar con él. Estar en un rodaje suyo es como ir a misa. Disfruté mucho trabajar con él. Su plató es como una iglesia, es todo sacrosanto y él es Dios", agregó. Télam | |