En los años cincuenta la mujer deseada tenía grandes senos, labios rojos y curvas de infarto. Era femenina y voluptuosa como Marilyn Monroe, muy lejos de las piernas esqueléticas, las estrechas caderas, los pechos planos. Hasta que la modelo británica Twiggy hizo su aparición en la década de los sesenta y transformó por completo el ideal de belleza femenino. Apenas cuarenta kilos de peso que se convirtieron en un icono para toda una generación y ejemplo a seguir para las siguientes.
El legado de Lesley Lawson, alias Twiggy, continúa en el mundo de la moda actual, en el que las mujeres escuálidas son la regla y no la excepción. La precursora de esta tendencia cumplirá sesenta años el próximo 19 de septiembre, lejos de los focos y las cámaras. Twiggy es ahora "una mujer casada y aburrida", como ella misma alardea. "Cualquier agencia de modelos me hubiera rechazado, medía 1,68 y era demasiado flaca.
Parecía un niño pequeño", recuerda la primera top model de la historia. Su éxito fue producto de la casualidad y del culto a la juventud que comenzó a imponerse en los sesenta. "De pronto todos tenían que ser jóvenes, era lo que se llevaba en esos tiempos, y los diseñadores necesitaban modelos jóvenes". Los traseros pequeños cabían mejor en las minifaldas que empezaron a hacer furor entonces. Por consejo de una conocida, Lesley, hija de un carpintero de un humilde barrio periférico de Londres, acudió a la lujosa peluquería Mayfair, donde comenzó su carrera al estrellato. Twiggy, "ramita", como ya la llamaban entonces por sus delgadas piernas, dejó allí su larga melena.
Con el pelo corto y rubio y sus grandes ojos redondos remarcados con pestañas postizas, la modelo en ciernes fue retratada por un famosos fotógrafo y su imagen exhibida en la peluquería. Una periodista del diario "Daily Express" descubrió la fotografía y escribió un artículo titulado "Twiggy, el rostro del 66". Lesley tenía entonces 16 años y comenzaba a convertirse en emblema. Se desató la euforia a pesar de que las malas lenguas comentaban en los desfiles de moda que su fama no duraría más que un par de semanas. Se equivocaron de plano.
Twiggy ilustró la portada de Vogue y otras revistas de moda, recorrió el mundo y paseó en las más importantes pasarelas. Una de sus fotografías fue lanzada al espacio, el fabricante de juguetes Mattel sacó a la venta una muñeca a imagen y semejanza de la modelo, miles de adolescentes se sometieron a dietas estrictas para emularla. "Me hice popular porque personificaba la imagen de la época", dice ella misma. El éxito llegó tan rápido que la chica con acento "cockney" no sabía exactamente qué era una entrevista la primera vez que concedió una.
Su estilo de vida estaba lejos de las fiestas salvajes, el alcohol y las drogas. "Una vez pedí un refresco de cola en un restaurante de París y el camarero me preguntó qué clase de vino era eso". Y tan rápido como vino la fama, Twiggy decidió dejarla atrás. A los veinte años quiso interrumpir su carrera en el mundo de la moda. "Las modelos tienen fama de tontas, por eso pensé en que me tomarían más en serio como actriz".
Participó en películas e hizo incursiones musicales. Ganó un Globo de Oro por su interpretación en el film "The boyfriend" y subió a los escenarios de Broadway con el musical "My one and only". Interpretaría después otros papeles, pero nunca se dejó de asociarla como top model. Twiggy ha pasado a llamarse Twigs y la adolescente escuálida es hoy una mujer respetable que disfruta de cenas caseras y largos paseos junto a su segundo marido, Leigh Lawson.
Trabaja de nuevo como modelo, prestando su rostro a la cadena de grandes alamacenes Marks & Spencer. Ahora recuerda a una amable ama de casa y no al icono del estilo de los años sesenta. "Odio el aspecto que tenía antes", llegó a a decir en una ocasión. Nunca fue anoréxica, asegura, comía como una lima nueva, pero no ganó algo de peso hasta que no tuvo a su primera hija. Le parece muy divertido que años más tarde triunfen modelos como Kate Moss, quien "es tan grande como yo". Lesley Lawson ha aceptado que Twiggy vivirá para siempre. "Es otra persona a la cual he aprendido a querer. Haga lo que haga, ella siempre aparece. Dios la bendiga, tengo mucho que agradecerle".