HAINING (Luis Amaolo, especial para Río Negro).- La evolución que experimentó el patín en la última década no deja de sorprender. Su crecimiento vertiginoso generó un interés masivo, sobre todo en Asia, donde se incrementó en forma notable su práctica y países nunca protagonistas a lo largo de la historia -uno de los casos es el de Corea- hoy luchan palmo a palmo por alcanzar la cúspide.
Teniendo en cuenta ese conceptos y tras ser testigos de la revolución que generó en Anyang la llegada del Mundial hace ya tres años, no debería sorprendernos la posibilidad de competir en un estadio cerrado. Pero le aseguro que cuando uno ingresa en el Haining Sport Internacional Centre -el principal escenario del certamen ecuménico-, inevitablemente sufre un impacto. Se construyó a un costó de siete millones de dólares y tiene capacidad para unos 3.000 espectadores, porque fue ampliado para esta realización.
Allí, al cierre de esta edición, la neuquina Maira Arias salía a escena para afrontar los 300 metros contra reloj en la divisional mayor y de esta manera concretar su debut en el Mundial. En el colosal escenario -imposible no adjetivarlo así- intentaba buscar un lugar en la final de la modalidad, prevista para la madrugada del viernes de la Argentina.
Ante la deserción de su coterránea Victoria Rodríguez López, quien aún no se recuperó de la molestia en su muslo, la marplatense Andrea González también saltará a la arena buscando empezar a cerrar de una manera decorosa su extensa y exitosa trayectoria mundialista.
La edición 2009 de la fiesta mundialista se puso en marcha la noche del jueves aquí con una sencilla ceremonia inaugural (ver aparte).
Lo trascendental es que luego de un año, las estrellas entran en acción en busca de la gloria, en un escenario que años atrás era inimaginable para el patín carrera.