A juicio de los "verticalistas" del oficialismo que creen que todos los políticos tienen que obedecer ciegamente a sus jefes, el vicepresidente Julio Cobos debería haber renunciado en el momento en que se dio cuenta de que no compartía todas las opiniones de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su marido. En cambio, para quienes piensan en términos más apropiados para una democracia pluralista que los favorecidos por los formados en el seno de un movimiento de origen militar, Cobos tiene pleno derecho a conservar su puesto a pesar de sus muchas discrepancias con sus "mandos naturales".
A diferencia del ex presidente Néstor Kirchner, que en el 2007 no fue elegido para desempeñar ninguna función oficial pero que así y todo actúa como si aún fuera presidente de la República, Cobos fue respaldado por el voto popular. Asimismo, puede argüirse que ha sido mucho más fiel que Cristina o su cónyuge al mandato que en aquella ocasión le dio el electorado, razón por la que disfruta de un índice de aprobación que es dos o tres veces más alto que el de los Kirchner. Puede que los motivos por los que Cobos ha decidido aferrarse a su cargo por mucho tiempo más hayan tenido menos que ver con su lectura de la Constitución o una negativa hipotética a decepcionar a quienes lo eligieron abandonando su puesto, como haría un candidato meramente testimonial, que con la conciencia de que lo privaría de un atril inmejorable, pero ello no significa que sea ilegítima la actitud que ha asumido.
Si bien es innegable que la situación que se ha producido es anómala, ya que en nuestro país no es nada frecuente que una sola persona se las ingenie para combinar los papeles de vicepresidente y referente principal de la oposición, los culpables de crearla son Cristina y Néstor Kirchner, los que a partir de mediados del 2007 se han alejado cada vez más de la voluntad popular. De no haber sido por la conducta prepotente y la propensión a cometer errores insensatos de la pareja, Cobos no hubiera podido aprovechar su posición para "consolidar su liderazgo como opositor", para citar al diputado kirchnerista Agustín Rossi. Sin embargo, gracias en buena medida a la ayuda que, sin quererlo, sigue brindándole el matrimonio santacruceño, desde que hundió el proyecto de ley de retenciones móviles Cobos figura entre los dirigentes más respetados del país. Cabe suponer, pues, que las embestidas más recientes de los Kirchner y sus simpatizantes contra el vicepresidente lo beneficiarán, ya que a esta altura los voceros oficialistas carecen tanto de autoridad moral que sus esfuerzos por descalificarlo hablando de falta de ética suenan hipócritas.
En el 2007, casi la mitad del electorado votó a favor de Cristina y Cobos por suponer que, además de estar en condiciones de asegurar "la gobernabilidad" y prolongar una etapa de crecimiento económico vigoroso, encabezarían un gobierno que fuera menos agresivo y más respetuoso de ciertas reglas básicas que el liderado por Néstor Kirchner. Aunque Cobos ha intentado ponerse a la altura de las expectativas así supuestas, de ahí su voluntad de dialogar en serio con los líderes de las distintas agrupaciones opositoras, la presidenta no ha manifestado interés alguno en procurar emularlo. Es por eso que, como nos informan con regularidad las encuestas de opinión, el grueso de la ciudadanía en efecto cree que acertó al votar por Cobos pero lamenta mucho que Cristina fuera su compañera de fórmula. Si el electorado tuviera que optar mañana entre el vicepresidente y la presidenta, el primero triunfaría por un margen muy amplio. Por lo tanto, la mejor manera de solucionar el embrollo que ha sido causado por la feroz interna que está agitando al Poder Ejecutivo consistiría en que Cristina se acercara a Cobos, el que, al fin y al cabo, es el vicepresidente, alejándose, aunque sólo fuera políticamente, de su marido cuya proximidad está en la raíz de la mayor parte de los problemas que amenazan con hacer de su gestión un desastre sin atenuantes. Por supuesto, no lo hará, pero por mucho que Cristina y Néstor Kirchner se resistan a entenderlo, el que desde hace más de un año Cobos sea mucho más popular que ellos se debe a que la mayoría quiere que el país sea gobernado con moderación y racionalidad, cualidades que según parece les son ajenas.