En su flamante obra "El laboratorio del alma", la terapeuta Stella Maris Maruso explica los fundamentos de una novedosa disciplina científica que comenzó a aplicar hace 30 años en enfermos terminales con el objetivo de revertir el efecto negativo de la emociones sobre los procesos biológicos.

El acercamiento de Maruso a la psiconeuroendocrinoinmunología -tal el nombre de la disciplina en cuestión- surgió a partir de una experiencia personal: hace algunos años, un médico le pronosticó a su padre que le quedaban apenas tres meses de vida a raíz de un cáncer de próstata diseminado en el hígado, pero el hombre logró revertir su cuadro tras un intenso tratamiento basado en técnicas de relajación y cambios sustanciales en la nutrición.

Desde entonces, esta investigadora, tanatóloga y terapeuta biopsicosocial ha asistido a casi 30.000 enfermos que a lo largo de tres décadas pasaron por la Fundación Salud, una organización que ha recibido el respaldo de la comunidad científica y que periódicamente participa de ciclos organizados por la facultad de Medicina de la Universidad de Harvard. 

 La tesis de Maruso es que hay un proceso paralelo al deterioro progresivo que genera una enfermedad o trastorno y que está vinculado a la manera en que las personas asimilan emocionalmente la confrontación con un diagnóstico médico adverso. 

 "Hoy sabemos que las emociones afectan al cuerpo físico, que no son estados que tienen que ver solamente con la mente. Y cualquier situación que tenga que ver con la ansiedad, con la angustia y con la preocupación por las cosas que todavía no ocurrieron desemboca en mecanismos bioquímicos que se asocian inexorablemente al avance de la enfermedad", explicó la autora a Télam.

"Los diagnósticos terminan siendo a veces más demoledores que la propia enfermedad. Y con esto no estoy alentando una actitud negadora -aclaró-. Hay que aceptar un diagnóstico pero nunca un pronóstico de vida, porque si uno abandona la esperanza de mejorar no hace más que acelerar el deterioro". 

 El punto de partida del trabajo de Maruso es la interacción que existe entre la mente y el cuerpo en relación a la salud y la enfermedad: "Hay actitudes y hábitos que van desde el amor y la compasión hasta el miedo y el resentimiento que pueden desencadenar reacciones que afectan la química interna, ya sea optimizando o debilitando nuestra salud", destacó.

"El objetivo de la psiconeuroendocrinoinmunología es ayudar a personas que atraviesan crisis severas, específicamente al enfrentamiento del diagnóstico -indicó-. Se trata de cubrir aspectos insatisfechos por la medicina tradicional, en el sentido de que esta disciplina atiende la enfermedad pero no la experiencia humana de la enfermedad". 

 "La idea es lograr que una persona pueda enfrentar un diagnóstico que muchas veces puede ser condenatorio de manera que no lo haga destruyendo más su salud. Para eso es necesario generar una estrategia totalizadora que pueda atender todas esas necesidades que pasan por el sistema de creencias o por sanar los vínculos familiares, entre otros aspectos", apuntó Maruso. 

 En "El laboratorio del alma", obra que acaba de editar el sello Ediciones B y que recopila la experiencia de pacientes que lograron "vislumbrar el puente que existe entre la ciencia, la espiritualidad y lo sagrado", la autora toma distancia de los manuales de autoayuda y apuesta a la distinción central entre curación y sanación. "Si tenemos esa capacidad para restar evidentemente también la tenemos para sumar. Todo esto tiene que ver con un proceso de sanación, nunca de curación: nosotros no tratamos enfermedades sino que ayudamos a los pacientes a poder enfrentarlas", acotó Maruso. 

 ¿Cómo revertir esa tradición de la cultura occidental de leer a la muerte como un castigo? "Nos deberían enseñar deade chicos que morir es parte de la vida y ya de grandes sería mejor sentir pasión ante la incertidumbre de la vida. Un diez por ciento es producto de lo que nos pasa y el otro 90 pr ciento es lo que hacemos con lo que nos pasa", señaló.