NEUQUÉN (AN).- El arte es más que la expresión de una visión de mundo; es una fuerza arrolladora que atraviesa de pies a cabeza. Y aun cuando un hecho desafortunado sacude o cambia el giro de las cosas, la belleza de la danza, el teatro, la plástica, etcétera, se impone como una lucecita de posibilidades.
Algo de todo esto le sucedió a la familia Britos-Tornatore, que apostó al arte como herramienta para la vida. Con ese principio como eje, se embarcaron en la apertura del multiespacio cultural independiente Laboratorio de Arte, en Salta 226.
Con la inauguración el sábado 5 de septiembre de la muestra "Arte en trinchera", el proyecto se muestra refrescante: los artistas tienen las puertas abiertas para explorar, exponer, investigar, montar y producir obras, experiencias musicales y corporales, charlas y muestra audiovisuales, que después serán resignificadas por la mirada de los espectadores.
Así, además de la exhibición de pinturas y objetos, en la apertura la escena incluyó danza, percusión, música y unipersonales, con el sello de reconocidos trabajadores del arte. Una acertada fórmula que se repetirá cada sábado, desde las 20. No obstante, los viernes, la sala abre sus puertas de 18 a 21 para los interesados en visitar las muestras plásticas.
Entusiasmadísima, parada en el corazón del multiespacio junto a sus hijas Angela y Lucía Tornatore, cómplices en este emprendimiento independiente, Violeta Britos, reconocida artista y docente de danza y directora del espacio, cuenta que Laboratorio de Arte era un deseo familiar que comenzó a materializarse a principio de este año. Feliz, sonriente, Violeta invita: "La intención es que la gente tenga un lugar disponible, abierto a la plástica, a lo visual, la danza, todas las disciplinas".
A su alrededor, puede verse la muestra "Arte en trinchera", que tiene objetos, collages y pinturas de Angela y Lucía, y esculturas en hierro y piedra de Darío Morán y Daniel Tornatore. En la exposición (curada por Elisa Algranatti y Stella Provecho) es difícil distinguir lo que es obra de lo que no lo es.
Uno piensa: las pintura y las instalaciones son parte de exhibición, pero ¿y esas vitrinas de vidrio con objetos en su interior ? Hasta que se da cuenta de que todo lo que está a la vista -los cuadros, la silla colgada entre los hilos, la heladera iluminada, los papeles de diario, las esculturas en hierro y piedra, los objetos que refieren a lo femenino, las miniaturas encastradas en pequeños cuadros-, todo, es obra.
"Me gusta trabajar el tema de los femenino, de la mujer en el arte y la historia", revela Lucía, de 25 años, formada en el IUNA, y con una fuerte proyección en las artes plásticas que mamó desde la cuna.
De las pinturas de su hermana Angela, de 18, se puede decir que la fuerza expresiva de las obras reside en la relación dolor-belleza, dolor-arte, arte-vida, desdramatizando el tema de la enfermedad, amplificándolo o poniéndolo en primerísimo plano.
Arte y vida no pueden separarse en la obra que propone Angela, una cosa moviliza inmediatamente a la otra. Lo mismo le sucede a Violeta que, enterada de la potencia que tiene en la vida tanto la expresión corporal como la creatividad manual, explora a través de la danza de qué manera puede superarse la dificultad, darse un plus de vitamina, fortalecerse.
