Creo que con la crisis caótica con que terminó el recordado gobierno de Alfonsín se desechó del alma de la mayoría de los argentinos el ideal de construir mancomunadamente una nación, esto es un territorio donde conviva un pueblo, organizado institucionalmente con representantes idóneos, donde sus potencialidades productivas se desarrollen progresivamente, donde la distribución de la riqueza no sea motivo de escándalo y donde cada habitante del país se torne partícipe de la concreción de esa esperanza en el ejercicio de sus derechos y deberes.

En los sucesivos gobiernos de Carlos Menem, abandonada la idea de una nación que construye su proyecto, convalidamos el desglose del país en todas sus dimensiones. Gracias a que las consecuencias que los actos de gobierno tenían sobre el patrimonio nacional no interesaban más, el "síganme, no los voy a defraudar" se cumplió para muchos a nivel individual, en detrimento de las posibilidades de producir bienestar social. La idea de beneficio dejó de ser popular y se apostó al oportunismo.

Después vinieron gobiernos que improvisaron sobre lo que quedó para mantenerse en el poder, medios de comunicación que explotaron la crónica, una oposición crítica pero sin proyecto superador y pocos pensadores que plantearan interrogantes capaces de unir y liberar las energías de los ciudadanos.

Yo creo que las preguntas fundamentales para este momento y que puede cada uno formularse a nivel íntimo y personal son: ¿cómo puedo producir bienestar con mis medios?, ¿cómo puede producirse bienestar en el país? Una reflexión rápida y simple en este sentido y en cualquier dirección nos cargará de contenidos, nos inspirará acciones a nuestro alcance en todas las dimensiones de nuestra vida, nos conducirá a redescubrir los fundamentos del bienestar general de una nación y a salir de una perspectiva individual del beneficio hacia una visión plural del bienestar.

Alberto Félix Suertegaray

DNI 14.169.481 - Roca