NEUQUÉN (ACE).- "Nos dimos cuenta que esto sólo era la punta del iceberg", dijo Nora Vecchi, hermana de Cecilia, la estudiante de Servicio Social de Cinco Saltos secuestrada en junio de 1976 cuando visitaba a su profesora Susana Mujica, que había tenido familia.
La CIDH llegó a Buenos Aires la primera quincena de septiembre de 1979, cuando el centro clandestino "La Escuelita" de Neuquén tenía tres años de funcionamiento y por la sala de torturas habían pasado al menos un centenar de víctimas de la zona.
Como se escuchó en el juicio que finalizó en diciembre de 2008, para cuando llegó la comisión de la OEA al país en dictadura, algunos de los secuestrados habían sido torturados y liberados; en tanto otros fueron "legalizados" a disposición del PEN después de los tormentos y permanecieron varios años en las cárceles de Devoto y Rawson.
La presión internacional aceleró la opción para "salir del país" hacia el exilio desde la cárcel para algunas víctimas, otros permanecían en los centros clandestinos y estaban aquellos que aún eran buscados por sus familiares, sin noticias desde el secuestro.
La presentación por el secuestro de Cecilia Vecchi ante la CIDH la hizo su padre. Algunos familiares viajaron en sus autos, pero la mayoría fue en tren a Buenos Aires, para informar ante la misión de diplomáticos de la OEA de los recursos de amparo, de la búsqueda judicial y extrajudicial con incontables reclamos que resultaban infructuosos ante el Comando de Neuquén y el V Cuerpo del Ejército en Bahía.
"Esperábamos la visita desde 1978, fue como si se hubiera caído un muro que nos encerraba y hacía imposible que los crímenes se conocieran", dijo Noemí Labrune quien destacó que pese a que en el viaje de ida había mucho temor "fue un gran estímulo saber que tenían la garantía de no ser perseguidos por esa denuncia; fue impactante también cinco cuadras de denunciantes de todo el país durante tres días seguidos frente al edificio del a OEA", recordó.
Susana Brescia presentó por escrito la carpeta por la desaparición de su esposo, Rodolfo Marinoni en septiembre de 1977, porque no estaba en condiciones de hacerlo en persona. "En plena dictadura fue una apertura saber que nos estaban escuchando; conocíamos que éramos muchos porque cuando vino la OEA llevábamos dos años interconectandonos con los familiares de desaparecidos, pero ver esas colas de familiares denunciando fue corroborar la dimensión de lo que pasaba y a su vez que los otros vieran lo que pasaba, los que no tenían ojos para ver", dijo. "En medio del terror, fue la primera ventana. Como detenidos políticos trabajamos con los familiares para que buscaran la manera de acercarse, vencer el miedo y organizarse porque en ese momento también desaparecían familiares. Ellos no habían tenido participación política ni experiencia en el ámbito público, por eso era el primer desafío en plena dictadura", dijo Silvia Horne, a quien la misión internacional encontró en Devoto.
Pedro Maidana fue secuestrado y torturado en Cutral Co a los 19 años, y para cuando vino la visita internacional, estaba preso en Rawson tras haber sido legalizado luego de torturas y vejaciones. "Javier Peres de Cuéllar fue 10 minutos al pabellón 5 en Rawson y nos pareció superficial, con un discurso para darnos esperanza y calmar nuestra ansiedad. En la época de mayor despojo como presos, era nuestra organización y militancia la que nos dio fuerzas para sobrevivir", finalizó.
SHIRLEY HERREROS
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