Érase una vez, en un reino no muy lejano? los hombres perdieron su estrella y dejaron de soñar con un mundo mejor.
La indiferencia se apoderó de ellos y los condenó a vivir prisioneros de la soledad de su egoísmo.
Érase una vez? la palabra dejó de crear puentes entre sus almas.
Para convertirse en instrumento de manipulación y engaño. Tratando de encubrir su decadencia los hombres fueron perdiendo el mágico don de mirarse a los ojos y manifestar su interior. Érase una vez?
Los hombres decidieron ocultar su Dios y desechar sus valores más preciados. Seducidos por el fuego ardiente del poder, obsesionados por conquistar tantos reinos vanos, se perdieron en el oscuro sendero de la ambición. ¿Acaso no recordaban que ya les había sido otorgado el mayor de los poderes: la fuerza transformadora del amor?
Érase una vez? los hombres dejaron de admirar los atardeceres bañados por la espuma del mar, las soñadas noches de luna llena, las gotas de rocío acariciando la flor, la jubilosa música de las cascadas, la danza de las hojas del bosque abrigando a las hadas. Muy lejos de respetar a la madre naturaleza, explotaron sus recursos indiscriminadamente no repararon en sus nefastas consecuencias. ¿Acaso ya no les preocupaba su planeta?
Érase una vez? una generación de jóvenes sin brillo en su mirada, de ancianos olvidados, de niños descuidados, de pobres abandonados, de diferentes marginados, de ignorantes ignorados.
Érase una vez? una tierra de vidas no vividas, de inocencias perdidas, de principios traicionados, de sueños postergados, de gritos silenciados, de cerebros quemados y corazones anestesiados.
Érase una vez, en un reino no muy lejano... todavía algunos "locos" se toman de la mano y creen en el milagro de volver a ser hermanos.
Sandra Moreno, DNI 17.672.746- Neuquén