Todos los años somos espectadores de cómo, paso a paso, se va destruyendo el proceso de formación de nuestros hijos. Hasta hoy hemos visto y escuchado problemas, tanto del gobierno como del gremio. Si no son salariales son de infraestructura, de recursos, de nombramientos, etcétera. Como poco nos faltaba, se nos sumó el grave inconveniente de la gripe A, que provocó la pérdida inevitable de más días de clase. Agregado a esto debemos soportar el decreto de feriados, hasta ahora inexistentes, que empeoran aún más la situación.
No sólo hacen falta edificios funcionales, elementos de informática o sueldos acordes; por favor, necesitamos un sistema que funcione a través de procesos estudiados y probados, que formen profesional y socialmente a nuestros hijos. En el sistema actual es imposible imaginar que los promovidos hayan alcanzado plenamente las metas necesarias para afrontar el próximo escalón y mucho menos pensar en cómo asimilaron el fracaso los que quedaron en el camino. Teniendo en cuenta los tiempos perdidos, ya sea por medidas de fuerza, horas libres, feriados, falta de profesores, pobreza de contenidos, etcétera, sólo refleja un escenario carente de herramientas necesarias para llevar adelante el proceso con éxito. Año tras año se suman deficiencias y carencias y se comienzan los nuevos ciclos, como si los anteriores hubieran sido óptimos.
La administración de los tiempos es pésima y ahí radica la diferencia entre el éxito y la mediocridad, el crecimiento o el estancamiento. Tiempo desperdiciado por formulación de objetivos ausente o incompleta, planificación deficiente o inexistente, definición de prioridades inadecuada, crisis que nos alejan de nuestros objetivos.
Motivación, comunicación, administración del tiempo, planificación, definición de objetivos, ¡capacidad de gestión!, deben estar contenidos dentro de un proceso adecuado y funcional a la dinámica social que nos toca vivir.
El 5 de marzo de 2006 envié una carta de opinión que reescribo a continuación. Hoy a tres años de ese día estamos igual o peor, estamos en septiembre y recién hace un mes se cerró el primer trimestre del ciclo. Ya basta, por favor, el tiempo de nuestros hijos es irrecuperable.
"Las necesidades de cambio que pide a gritos el actual sistema educativo no pueden dilatarse más. Hemos sido capaces de crear un escenario ineficaz, carente de motivaciones y desgastado; estamos en el momento en que no debemos permitirnos equivocaciones que empeoren aún más el estado actual. Hay dos maneras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable.
"Resulta imposible imaginar un cambio exitoso proveniente de posturas y determinaciones unilaterales e inconsultas con el resto de los que integran el sistema. El proceso de cambio debe ser diseñado, analizado, estudiado, verificado y ensayado por un equipo de personas que representen a todos los actores afectados por el proceso. Ese equipo debe abocarse a analizar la problemática y en función de ella diseñar los programas o procesos necesarios a fin de lograr un modelo acorde a las necesidades actuales.
"Ya mencioné que el proceso debe ser analizado, estudiado, diseñado, verificado y ensayado, todo esto a fin de evitar desenlaces inesperados que sólo empeorarían la situación. Todo debe estar bajo rigurosos controles: si no puede ser medido, no puede ser comprendido; si no es comprendido no puede ser controlado; si no es controlado no puede ser mejorado.
"La problemática actual exige pensar acerca de procesos y no acerca de funciones y posiciones establecidas en las jerarquías de tal o cual organización. En las ideas está la solución para lograr formas más eficientes de hacer las cosas, que se vean traducidas en mejoras del desempeño, la efectividad y la eficiencia del sistema.
"Es imprescindible contar con herramientas que permitan organizar, proyectar, planificar, desarrollar y medir la gestión y los resultados de cada uno de los que integran el sistema".
Héctor Dante Suárez, DNI 13.744.113 - Roca