Acosados por el aumento del nivel del mar y la tierra que se derrite bajo sus pies, los habitantes del poblado Tuktoyaktuk hacen frente a la situación construyendo molinos de viento. Para ser exactos, se trata de turbinas de energía eólica, en un intento ``de deshacernos de los combustibles fósiles que usamos'', explicó el alcalde Merven Gruben.
El proyecto está lleno de ironía ya que estos habitantes de la costa del Artico hacen lo posible para frenar el cambio climático provocado por ``gente como ustedes en el sur'', según dice Gruben. En esta esquina del noroeste del Canadá se sienten con fuerza los efectos de los gases de efecto invernadero, al igual que en el círculo en lo alto del mundo que se expande desde Alaska a la tundra siberiana, al norte de Escandinavia y Groenlandia, y a las islas del Artico en el este de Canadá.
Se trata de un círculo de 300.000 indígenas, incluidos Gruben y el resto de los 800 miembros del pueblo Inuit que viven en su poblado, conocido como Tuk. Desde 1970, las temperaturas han aumentado más de 2,5 grados centígrados (4,5 grados Fahrenheit) en la gran mayoría del Artico, de forma mucho más rápida que la media global.
La gente en Tuk dice que los inviernos son menos gélidos, con menos épocas que registran 40 grados centígrados bajo cero (40 grados bajo cero Farenheit). Los habitantes del poblado también siente el cambio climático de otras formas. ``Los mosquitos son más grandes'', dijo la tía del alcalde, Tootsie Lugt, de 48 años. Las plantas y los animales son las señales del cambio.
En el noreste de Canadá, el diario Nunatsiaq News avisaba a sus lectores que los pájaros rojos que pudieron verse en la primavera eran petirrojos estadounidenses. Pero el cambio climático también afecta a las condiciones de vida. El retraso del otoño y el adelanto de la primavera, además de la subida del nivel del mar, hacen que resulte más peligroso viajar con motos de nieve. Un viaje a la isla de al lado puede acabar con alguna muerte si uno cae al mar debido a la muy fina capa de hielo.
El tiempo impredecible y los cambios en la fauna local hacen que pescar y cazar sea más difícil, lo que puede suponer cambios en la tradicional dieta ``niqituinnaq'' _ ``comida de verdad'' _ a base de foca, caribú y otras carnes. Los esquimales inuit del pasado simplemente se mudaron a mejores lugares.
Sin embargo, desde mediados del siglo XX, estos ex nómadas ha quedado anclados en asentamientos que contienen los edificios, carreteras e infraestructura que representa un mundo más cálido. En el cementerio de Tuk, por ejemplo, la capa subterránea de hielo se ha ido hundiendo. ``Dentro de 20 años, tendré que enterrar a mis parientes de nuevo'', explicaba Gus Gruben, de 45 años, el hermano del alcalde, mientras caminaba entre las tumbas de sus antepasados que, en algún momento dado, tendrán que ser cambiadas de sitio. A tan sólo unos metros de distancia, se oía el sonido de la erosión de Tuk: el océano Artico golpeaba una pequeña playa de piedras negras.
La aldea Tuktoyaktuk surgió en el siglo XX en un pedazo de tierra frente al mar ártico Beaufort, a una latitud de 69 grados norte, y a unos 2.500 kilómetros (1.500 millas) de la frontera con Estados Unidos. Hoy, Tuk es un embrollo de casas de madera pintadas de blanco, azul o rojo, bajo cables eléctricos que cuelgan sobre caminos de tierra que llevan a la punta de la península, llamada ``El Punto''.
Al igual que gran parte de la costa del Artico occidental, la tierra aquí se ha hundido durante siglos, un efecto posterior a la Edad de Hielo. Antes de que se construyeran barreras, el mar cada año se llevaba aproximadamente un metro (tres pies) de la playa. Gruben recuerda las olas golpeando las ventanas de su escuela en los años 70, antes de que ésta tuviera que ser trasladada cerca del cementerio. El cambio climático de ahora agrava el problema.
La mayoría de la ``tierra'' es hielo: grandes capas quedan estancadas en la tierra congelada del permahielo. El aumento de las temperaturas significa el descongelamiento de la tundra, y eso significa un terreno que se encoge, lo que hace que Tuk sea más vulnerable al golpe del mar. Steve Solomon, un geólogo que ha estudiado la situación de Tuktoyaktuk, dijo que la combinación del nivel cada vez más bajo de la tierra y el mayor nivel del mar debido al calentamiento global contribuirán al ``hundimiento'' de Tuk en tres milímetros (una octava parte de pulgada) cada año. ``La isla Tuktoyaktuk no tiene ningún tipo de protección, está totalmente expuesta'', dijo Solomon desde su oficina en Nueva Escocia. ``Se está erosionando a un nivel de dos metros (yardas) al año''.
Las aguas cada vez más calientes del océano recortan la base de permahielo de los acantilados. Solomon cree que con el actual nivel de erosión la isla podría quedar reducida a un banco de arena en 30 o 40 años, exponiendo el lado sin proteger de la península Tuk al océano. ``Algún día nos tendremos que trasladar a Reindeer Point'', dijo Gus Gruben, refiriéndose a un grupo de casas en un nivel de tierra más alto a unos 4,8 kilómetros (tres millas) de la costa. Nellie Pokiak, una residente de 55 años, admite que la gente tiene reservas. ``La población de Tuk está creciendo. Pero es difícil pensar que se irían de sus zonas de pesca. Es ahí donde Tuk empezó'', afirmó.
Al mismo tiempo, algunos habitantes de Tuk _ que podría considerarse una víctima temprana del calentamiento global _ no pierden la esperanza. El alcalde Merven Gruben, de 47 años, dijo que aún hay tiempo para ``que la gente del sur'' actúe. ``No creo que sea demasiado tarde'', dijo.
Por CHARLES J. HANLEY desde TUKTOYAKTUK, territorios del noroeste, Canadá
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