Los lunares son malformaciones circunscriptas de la piel consistentes -por lo general- en la acumulación localizada de melanocitos, células donde se fabrica el pigmento que colorea la piel. También se llaman "nevos". Se trata de lesiones benignas, y por lo tanto no son peligrosas en sí mismas.
Sin embargo en algunos casos esas manchas se pueden asociar con alteraciones clínicas que deben ser estudiadas, descartadas o tratadas adecuadamente. Los nevos pueden ser congénitos y aparecer en la infancia o pueden ser adquiridos a partir de la pubertad.
El autoexamen de los lunares sigue siendo de utilidad, aunque lamentablemente para lesiones muy pequeñas no es muy útil y también puede inducir a errores en lesiones pigmentadas no melanocíticas (queratosis seborreicas, carcinomas basocelulares, dermatofibromas entre otros). Sin dudas la persona más capacitada para controlar los lunares es el dermatólogo.
La dermatoscopía es una técnica no invasiva que mejora el diagnóstico clínico de las lesiones pigmentadas alrededor de un 25%. Se realiza con un aparato especial llamado dermatoscopio.
Los dermatoscopios pueden tener luz artificial o luz polarizada. "Con estos equipos se logra hacer transparente la piel y visualizar estructuras cutáneas que no se ven a simple vista. En los cursos de especialista en dermatología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) está incluida la dermatoscopía en la currícula -asegura el dermatólogo Horacio Cabo, miembro del Colegio Ibero-Latinoamericano de Dermatología (CILAD)-. Obviamente esto no es suficiente, pero aquellos dermatólogos que se interesan en practicarla disponen de métodos para aprenderla. Es muy importante estar bien entrenado en el uso de esta técnica ya que se ha comprobado que cuando es usada por personas sin experiencia el diagnóstico de certeza es peor que el realizado con el ojo desnudo."
Los lunares o nevos aparecen más frecuentemente en el tronco y en especial en la espalda. Ahora bien, ¿la aparición de un lunar nuevo debe causar alarma? Según explica el especialista, quien es además profesor adjunto de Dermatología de la UBA, actualmente muchos dermatólogos creen que los lunares no derivan en un melanoma -cáncer de piel- sino que el melanoma puede crecer dentro de ellos (en un 20% de los casos).