Se consiguió el objetivo de clasificar para el Mundial de Turquía, pero hubo falencias que desnudaron que las cosas en el seleccionado nacional de básquet de mayores, no se hicieron del todo bien.
El equipo mostró en Puerto Rico muchas de las características que lo transformaron en un conjunto respetado y temido en el mundo: caracter, poder de recuperación, juego, jugadores superlativos (como Luis Scola, goleador y MVP del torneo, y Pablo Prigioni, mejor pasador) y buenos secundarios (Federico Kammerichs, Leonardo Gutiérrez o Andrés Pelussi).
En contrapartida, el seleccionado llegó al torneo huérfano de juego -eso explica las derrotas en las primeras fechas- y dependió excesivamente en ataque de lo generaron una o dos de sus figuras.
Es cierto que si alguien tiene un jugador tan determinante como Scola, es lógico que le saque el mejor provecho, pero también es cierto que durante el Premundial, la Argentina careció de una segunda opción definida para reemplazar al único NBA.
Es inevitable apuntar el pobre torneo que jugó Paolo Quinteros, por momentos una sombra en la cancha.
Este equipo, que es heredero de la Legión Dorada, parece estar más allá de las claudicaciones y vuelve a renacer. Jugó mal, se reencontró en el camino, se pensó en el oro y al final fue de bronce.