"Messi es mi Maradona". Toda una declaración de principios la que Diego le regaló a Olé en una nota de fines de julio. Pero esta, como casi todas sus frases célebres dichas a lo largo de casi el año que lleva como entrenador de la selección argentina, ha caído derrumbada por la cruda realidad.
Su equipo se parece demasiado al de su antecesor, Alfio Basile, de quien Maradona fue crítico hasta el detalle. La palidez futbolística de Messi en tiempos del Coco fue el principal caballito de batalla de Diego. Sin embargo, aún no pudo hacer de Messi el Maradona de su equipo. ¿Acaso se trate de una batalla perdida?
Lio Messi vive, desde su llegada a la selección mayor, un dilema que aún no ha podido resolver: ser el sucesor de Maradona.. Pero ¿de qué se trata ser el sucesor de Maradona? ¿Acaso de hacer jugadas calcadas todo el tiempo? "¿Viste lo que hizo Messi? Como Diego..." Pues no, eso es vivir a su sombra. Y eso es Messi hoy.
Algo más parece perturbar su juego en la selección: la necesidad casi existencial de legitimarse ante el fútbol argentino. Nacido en los potreros rosarinos, pero criado en los campos del complejo barcelonista de La Masía, Messi es un crack distante.
Cada partido significa para Messi la oportunidad de ser acá el que es allá. Cada pelota que domina debe ser ser esa jugada que necesita para ser "el Maradona" del equipo de Maradona. Y un tipo que juega con esa urgencia no puede conducir un equipo.
Cuando Diego dijo aquella frase, pretendía que Messi tuviera la pelota siempre. El punto es para qué. Tironeado entre su necesidad y la del equipo , Messi no resuelve ninguno de sus dilemas.
¿Cómo romper este estado de cosas? Olvidándose de la sucesión y dejar que Messi sea el crack de los nuevos tiempos. El día que Brasil se olvidó del sucesor de Pelé jugó cuatro finales y ganó dos Mundiales.
JUAN MOCCIARO
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