Luego de un resultado electoral que al gobierno no le dejó margen para el festejo, muchos esperaban que Jorge Sapag introdujera modificaciones más profundas en su gabinete. Finalmente eso no ocurrió y en cambio anunció pequeños ajustes, un maquillaje de estilo conservador como lo definieron algunos representantes de la oposición.
Tal vez el gobernador Sapag nunca pensó en aplicar cirugía en el gabinete, pero el tiempo transcurrido desde el momento en que trascendió que el equipo iba a ser modificado, jugó a favor de los que esperaban algo más que lo anunciado esta semana a través de un comunicado oficial.
La expectativa generada derivó en una bola de crecientes rumores detrás de los cuales comenzaron a operar las fuerzas de la propia interna que tiene el gobierno y la del partido, donde el sobischismo sigue jugando con lo que tiene.
Con los cambios decididos, Sapag premió a algunos del círculo más íntimo, como Zulma Reina y Rodolfo Laffitte, y a otros no tanto, como sucedió con Guillermo Pellini, un ingeniero agrónomo y piloto de avión al que envió a trabajar en asuntos policiales luego de desempeñar funciones propias de una secretaría general de gobierno.
Jorge Tobares sumó áreas de gestión pero perdió otras como Educación y Cultura. César Pérez, otro integrante del círculo más cercano del gobernador, retrocedió algunos casilleros: de ser considerado un superministro pasó a controlar sólo la cartera de Desarrollo Social.
En el nuevo esquema mantienen su estatus Leandro Bertoya, en Desarrollo Territorial; Esther Ruiz en Hacienda y Daniel Vincent en Salud. Al nuevo equipo le falta llenar algunos casilleros en secretarías y subsecretarías, pero los nombres se conocerán en el transcurso de esta semana. Los rumores ahora involucran al segundo y tercer nivel de la gestión.
En el gobierno sostienen que las modificaciones no se deben analizar por ministerios y afirman que es incorrecto hablar de ganadores y perdedores. Afirman que se debe ver el conjunto de las decisiones para comprender la apuesta de Sapag hacia la integración de un gabinete "con mayor trabajo de equipo y más llegada a la sociedad".
En la interna del Movimiento Popular Neuquino (MPN) también midieron los cambios. Una fuente sobischista dijo que el gobernador no interpretó correctamente el mensaje de las urnas en la elección de concejales y admitió que el sector esperaba "algo más" con las modificaciones.
Sapag y Sobisch estuvieron reunidos a solas durante menos de una hora y media luego de las elecciones municipales, en la casa del diputado Hugo Acuña. No hubo testigos, así que lo que se sabe de ese encuentro es por fuentes allegadas a los dos referentes del partido provincial.
"Sobisch no pidió nada en el gabinete, es respetuoso de las decisiones del gobernador; el tema central fue la postergación de la interna para cargos partidarios", dijo la fuente sobischista que, de este modo, intentó dar por terminado el capítulo de las especulaciones.
Los sobischistas consideran que Sapag vivirá momentos más difíciles que los actuales en materia financiera y vaticinan un incremento de las protestas sociales ante la falta de respuestas.
En público dicen que es intención del sector ayudar al gobierno para que transite con la menor cantidad de sobresaltos posible, pero en paralelo se encargan de difundir datos a futuro que suman inquietud. Siempre encuentran algunas vías habilitadas para hacerlo.
Según la misma fuente cercana al ex gobernador, el sector considera que en el MPN hay tres tipos de dirigentes: los que crearon poder, los que lo administraron y los que lo dilapidaron. En el primer lugar ubican a Felipe Sapag y a Sobisch, en el segundo a Pedro Salvatori y en el tercero al actual gobernador.
Una fuente del gobierno interpreta que el sobischismo está jugando por acción u omisión al desgaste de Sapag para que en el 2011 surja "naturalmente" la figura de Sobisch como el hombre que puede "salvar" al partido en la nueva pelea por la gobernación.
El vocero sobischista no descartó que el ex gobernador intente volver al gobierno dentro de dos años. "Sobisch no está muerto como dicen algunos", sentenció. "Tampoco apelamos al desgaste. En todo caso ese proceso lo va generando el gobierno con sus acciones", acotó.
Sobisch se fue del gobierno con mala imagen. En la actualidad tiene dificultades para mostrarse en público y hasta le cuesta ir a votar en los horarios en los que habitualmente lo hacía por temor a ser blanco de insultos.
Esta semana un juez acaba de llamarlo a declaración indagatoria en una causa en la que está acusado de cometer el delito de abuso de autoridad. Es porque le ordenó a la Policía que no interviniera en un enfrentamiento que hubo entre manifestantes que se identificaron como obreros de la Uocra y docentes en la puerta de la destilería de Plaza Huincul.
El partido, controlado por autoridades sobischistas como Federico Brollo, al frente de la Convención, y Raúl Monti en la Junta de Gobierno, salió a respaldar al ex gobernador, una decisión que no cayó bien en referentes del oficialismo aunque nadie se animó a expresarlo públicamente.
Para Sobisch, esta citación es más que un simple dolor de cabeza. El ex gobernador se había propuesto no transitar más por despachos judiciales, pero eso no será posible. El próximo 24 deberá explicar por qué hubo una "zona liberada" -así se conoce popularmente a esta causa- en aquella jornada de enfrentamientos en Plaza Huincul.
En el gobierno hay quienes dicen que el sobischismo aún no fue a terapia y tanto su líder como sus seguidores siguen actuando como si la historia no pesara.
GERARDO BILARDO
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