ROMA.- La Iglesia Católica y el jefe de gobierno italiano Silvio Berlusconi tienen, según los observadores, un claro interés en reconciliarse, pese a las recientes tensiones que culminaron el jueves con la dimisión de Dino Boffo, director del periódico de los obispos italianos.
Boffo, que había criticado el comportamiento de Berlusconi y su "debilidad manifiesta por actrices en la flor de la juventud", anunció su renuncia "irrevocable" del diario Avvenire, así como de la radio Inblu y la cadena de televisión episcopal Tv2000.
Todo comenzó el viernes pasado, cuando Il Giornale, un diario de la familia Berlusconi, publicó en portada que Boffo había sido condenado por la justicia por haber acosado por teléfono a la esposa de un hombre con el que habría mantenido una relación.
En un editorial, Vittorio Feltri, director de Il Giornale, estimó que por este motivo Boffo no podía darle lecciones de moral al Jefe de Gobierno.
Berlusconi niega estar detrás de los ataques y el presidente de la Conferencia episcopal Angelo Bagnasco brindó todo su apoyo a Boffo, pero esto no evitó que la polémica creciera sin parar hasta el punto de que, según la prensa local, motivó la anulación el viernes de una cena entre la mano derecha del papa Benedicto XVI, Tarcisio Bertone, y Berlusconi.
Pese a todo, varios expertos insisten en que la Iglesia y Berlusconi tienen más cosas en común que motivos de discrepancia.
"Berlusconi necesita una relación distendida, pacífica con la Iglesia, ya que es una institución muy respetada en Italia, aunque el comportamiento de los italianos en el día a día esté a menudo alejado de sus preceptos", explicó Sandro Magister, vaticanista del semanario L´Espresso.
"Un gobierno que tiene a la Iglesia como enemigo tiene a los italianos como enemigo", recalcó.
Para este experto, la Iglesia también buscará un acercamiento ya que "las posiciones del gobierno de centroderecha sobre la reproducción asistida o la eutanasia son más tranquilizadoras" para ella que las de la oposición. También lo son sobre la inmigración. Aunque el gobierno haya endurecido su política en este ámbito, suscitando críticas entre los católicos, la posición de la jerarquía eclesiástica siempre ha sido "garantizar la acogida (de los inmigrantes) pero también la legalidad y la seguridad", explicó Magister.
Para Sergio Romano, editorialista del diario Corriere della Sera, las tensiones recientes ilustran sobre todo las divergencias de punto de vista entre el Vaticano y la jerarquía más conservadora de la Iglesia, por un lado, y los sacerdotes y obispos más progresistas, por otro.
"Estos últimos consideraban importante denunciar con firmeza la inmoralidad de la sociedad italiana y hablar de las sospechas que pesan sobre el presidente del Consejo (Berlusconi), mientras que los otros estaban más pendientes de las relaciones con el gobierno", dijo.
El Vaticano y la jerarquía católica tienen interés en mantener buenas relaciones con el gobierno de Berlusconi, "que les hizo muchos favores, incluso en el plano fiscal", y abrazó sus posiciones éticas. (AFP)