Al final, el perdedor mostró una admisión tardía: "No fuimos capaces de eliminar la insatisfacción acumulada durante años con el PDL", dijo el jefe de gobierno saliente de Japón, Taro Aso, un día después de la histórica derrota del Partido Democrático Liberal (PDL) en las elecciones legislativas celebradas el domingo.

La victoria del opositor Partido Democrático (PDJ) liderado por el futuro primer ministro Yukio Hatoyama supone no sólo el fin del gobierno de un primer ministro impopular: el resultado electoral supone el fin del sistema político japonés de la posguerra.

Los japoneses finalmente se hartaron del PDL y su forma de hacer política y con ello crearon las condiciones para renovar el oxidado sistema de la posguerra del que el PDL era su principal columna.

No es un partido de programa al estilo de Occidente sino que su poder se basa en el consenso casual de grupos clientelistas como los agricultores o la industria de la construcción, mientras la burocracia planifica y aplica la política económica y del día a día.

Para los comicios no fueron decisivos un programa de partido y unos principios sino las "buenas acciones" financieras y las relaciones personales entre los políticos y los líderes de opinión de los círculos electores: ese consenso funcionó bien durante las décadas en que el país competía con Occidente en materia económica, persiguiendo una bonanza a la que el PDL había conseguido llegar de forma exitosa.

Pero desde que estalló la burbuja de especulación a principios de los años 90 cada vez hay menos que repartir. Y el viejo sistema en el que las elites del PDL gozaban de confianza como "profesionales del poder" se hizo impagable.

Y eso lo saben ahora también las personas. Cuanto uno más se aleja de Tokio hacia el campo, más se siente la indignación con el PDL. Hay muchos pueblos que se van quedando vacíos y los pocos ancianos que quedan temen por su atención sanitaria y sus pensiones. No quieren más ríos con paredes de hormigón, túneles y puentes que nadie necesita o costosos centros comunitarios: "Lo que queremos son médicos, instalaciones para la atención sanitaria y una economía local que incite a las personas jóvenes a dejar de marcharse a las grandes ciudades", dijo el experto en Japón Gerald Curtis, de la Universidad de Columbia.

El PDL no ha conseguido darles eso a las personas. La guardia política de Japón, la antigua "Japón SA" que gobierna desde hace más de 50 años casi de forma ininterrumpida, ha perdido la noción de la realidad y no es capaz de emprender los cambios en la propia sociedad.

La maquinaria que en su tiempo funcionó para captar votos se rompió y al final hasta los tradicionales seguidores del PDL se marcharon al PDJ. El PDL necesitará muchos años para recuperarse de esta derrota.

Por primera vez desde que existe Constitución en el país otro partido que no es el PDL obtiene la mayoría en la poderosa cámara del Parla- mento.

No es que los japoneses tengan grandes esperanzas en el PDJ; más bien todo lo contrario. Lo que llama la atención en estos comicios son las pocas expectativas que hay sobre la nueva fuerza política que llegará poder, apunta Curtis.

Todavía nadie sabe cómo será la responsabilidad gubernamental del PDJ ni cómo será el nuevo sistema político, pero aun cuando no tenga éxito y dentro de cuatro años se vuelva a votar, la dinámica de la política japonesa ya cambió el 30 de agosto de 2009.

LARS NICOLAYSEN

DPA