El diario "Los Angeles Times" del 31 de julio traía una noticia curiosa aun para estos tiempos posmodernos. El Consejo de esa ciudad estaba analizando un proyecto para radicar en un teatro local, mediante la inversión de un préstamo federal de u$s 30.000.000 y por un período de 10 años, una rama del "Cirque du Soleil" (el famoso espectáculo circense originario de Canadá, bien conocido en nuestro país). El objetivo del proyecto es la creación de empleos y el desarrollo del turismo a Hollywood; contempla funciones diarias dobles y un costo del ticket de 110 dólares por persona. Criticando esto como un tremendo despropósito en tiempos de grave crisis financiera del Estado de California, un comentarista irónico escribió, evocando la metáfora del clásico Juvenal: "Parece que el Tío Sam se ha embarcado finalmente en el camino en que la vieja Roma siguió para su ruina: "not only subsidized bread but now also circenses", no sólo subsidió el pan sino también el circo.

Al leer esta noticia tan especial se nos vino una idea a la cabeza: ¿A qué nos hace acordar esto de "pan y circo" que menciona el crítico californiano? Pues claro, nos dijimos en respuesta, nos recuerda el reciente gesto espectacular de nuestro gobierno de asignar, como sacando un conejo de la galera, la enorme suma de 600 millones de pesos para darlos a la Asociación del Fútbol, a fin de que los clubes blanqueen sus finanzas y se pueda dar vía a la recepción televisiva gratuita de los partidos que disputen sus equipos. Una típica medida populista que satisfará probablemente a las mayorías futboleras. (1) Este subsidio a los espectáculos masivos viene a redondear, junto con el discurso oficial de "redistribución de la riqueza", la metáfora del satírico Juvenal acusadora de lo que ocurría en sus días con la administración del Imperio empeñada en mantener quietas a las masas mediante una cínica política de regalarles pan y circo, "panem et circenses".

Vale la pena referir brevemente el proceso de aquel período clásico. Cuando Cayo Sempronio Graco, gran orador y famoso populista, accedió al cargo de tribuno de la plebe de la República Romana en el año 123 a.C, se dictó una ley agraria ("lex frumentaria") que obligaba al Estado a entregar cereal a los ciudadanos a precio bajo y uniforme, las masas de los pobres se arrojaron a sus brazos. La concesión de trigo al proletariado ("Annona") fue una medida a imagen de algo que sería llamado por gobiernos populistas en nuestros días "redistribución de la riqueza". Ésta y otras decisiones del mismo tipo que inspiró aquel tribuno de la plebe, en su época de influencia, le acarrearon un final desastroso: la muerte junto con tres mil de sus partidarios y la confiscación, luego de ser declarado enemigo de la República, de su rico patrimonio. Pero la demagogia persistió y fue cada vez más acentuada. En los últimos tiempos del régimen republicano y comienzos del Imperio, los arrabales de Roma crecieron de tal manera, con migraciones y proletariado interno, que las masas empezaron a rebasar cualquier chance de control por la autoridad. El remedio consistió en habilitar inmoderadamente diversiones públicas masivas, juegos deportivos, funciones de entretenimiento, palestras y reuniones en circos y anfiteatros públicos.

Los juegos ("ludi") que insumían 76 días durante la República se incrementaron tan fuertemente como para completar 175 jornadas anuales al madurar el sistema a finales del Imperio. Es en medio de este proceso de decadencia social (el historiador Carcopino calificó a los del populacho romano de "holgazanes asistidos") que el poeta Decimus Junio Juvenal consiguió tanto fama cuanto odio con sus "Sátiras" docentes y críticas.

Ha sido notable la vitalidad de muchas de las fórmulas que creó casi siempre en comentario de rasgos propios de la sociedad imperial de su tiempo. Hay algunas metáforas suyas que se siguieron usando en todos los tiempos y en casi todas las culturas. Por ejemplo, las que dicen "mens sana in corpore sano" (mente sana en cuerpo sano), "quis custodiet ipsos custodes?" (¿quién vigilará a los propios vigilantes?) y "panem et circenses" (pan y circo). Esta última es quizá la que conserva, en tiempos de masas insatisfechas, un sentido más actual. Sintetizó la indignación del poeta ante la pérdida del orgullo cívico de sus conciudadanos, la abdicación de sus derechos y del heroísmo antiguo frente al soborno por sus gobernantes a través de una tranquilizadora provisión de alimento y diversiones a cambio de orden, pasividad y sumisión política.

(1) Naom Chomsky, el célebre lingüista, apunta que la difusión masiva en televisión de los deportes tiene un escondido propósito: "Keeping the rabble in line" (mantener en línea al populacho). Que cuanto más pensemos y nos obsesionemos sobre el deporte, menos pensamos sobre cosas como la erosión de las libertades civiles, la corrupción de nuestros dirigentes o la ruina del planeta por las grandes corporaciones. Otro comentario negativo, intencionadamente conectado con la metáfora de Marx ("La religión es el opio del pueblo"), pertenece al polígrafo George Steiner, quien ve a los espectáculos futbolísticos como un sustituto del aburrimiento y la agresión. "Ahora tenemos -dijo- otra religión en la tierra, se llama fútbol y es la única religión planetaria".

HÉCTOR CIAPUSCIO (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Doctor en Filosofía