La fiesta fue completamente roja y blanca: primero, porque sólo la parcialidad de Estudiantes consiguió ver el partido (por decisión de Coprosede) y segundo, porque el Pincha volvió a golear (3-0) a un Gimnasia que sumó su segunda derrota. Así el León, firme candidato al título (6 puntos), se comió otra vez a un Lobo triste y abatido.
Como en las últimas siete ediciones del clásico en el estadio Ciudad de La Plata, Estudiantes fue mejor desde el inicio, estuvo más preciso, ordenado y contundente. Es cierto que no fue una gran demostración futbolística del equipo de Sabella, pero por si quedaba alguna duda, el campeón de América sabe muy bien lo que quiere y cómo obtenerlo.
La primera fue del Pincha, al minuto, con un centro desde la derecha de Salgueiro que no alcanzó a conectar Boselli. El delantero uruguayo tuvo otra a los 16, porque con rapidez aventajó a todos y hasta pasó en carrera a Sessa, aunque no pudo definir con precisión justamente por exceso de velocidad.
La apertura del marcador fue obra de Salgueiro, por lejos el delantero más incisivo de la cancha, que a los 18 empujó al gol, con algo de fortuna, un balón que quedó boyando en el área después de un tiro libre del Chino Benítez y de un rebote en un defensor tripero.
Estudiantes se agrandó y su primo odiado se desesperó, al punto que en el primer tiempo vieron la tarjeta amarilla cinco de los once jugadores.
Sobre los 36 la Bruja Juan SebastiánVerón, que en el segundo tiempo se retiró con una molestia física, metió un pase magistral que casi termina en festejo de Enzo Pérez y sesenta segundos después, en la única llegada seria de la visita en los primeros 45, Álvaro Ormeño metió un desborde bárbaro y un centro aún mejor, pero el que no llegó para empujarla fue José Vizcarra.
En la etapa final Gimnasia se paró unos metros más arriba, pero las ganas y el empuje no fueron herramienta suficiente para desactivar el siempre ordenado orden táctico de Estudiantes.
A los 4 Salgueiro otra vez ganó por derecha y metió un centro que no alcanzó a cabecear Boselli, pero a los 23 el ex Boca tuvo la revancha para hacer estallar a la parcialidad Pincha.
La amargura tripera llegó a su techo a los 31, porque Benítez despertó de una larguísima siesta y le metió una pelota muy fina a Enzo Pérez, que penetró en el área, eludió al Gato Sessa y le colocó la frutilla al postre. De ahí hasta el final sólo hubo tiempo para el festejo local, de un Estudiantes que no da tregua y vuelve a ser candidato.