Todo es relativo y todo depende del punto de vista. El de Jorge Sapag es el de quien mira las elecciones del domingo pasado desde las alturas del poder que el Movimiento Popular Neuquino ejerce en la provincia desde hace demasiado tiempo, medio siglo. Dijo que el triunfador es el que llega primero y restó importancia a que se haya tenido que recurrir al fotochart para saber del resultado: Chito Jalil le ganó a Mansilla por una nariz, apenas 206 votos sobre un total superior a los 92.000 emitidos.

Mansilla, que por ahora la ve desde abajo -o, como se suele decir, el llano-, hizo con compañeros y amigos lo que Sapag no podía: festejó. Es un triunfo que un partido nuevo en las lides políticas, con un candidato también nuevo, llegue a un empate técnico con el viejo. No es, sin embargo, un mal observador el gobernador. Porque a su reflexión sobre la carrera electoral añadió que la capital de la provincia "es una ciudad que nos es adversa (al MPN) desde hace diez años". Aunque las ciudades adversas son cada vez más, en eso le enmendó la plana a Mansilla, quien había dicho del MPN que era "una fuerza que se consideraba imbatible y que se adjudicaba la representación de todos los neuquinos (pero que) ahora se sabe que no es invencible". Se sabía desde que Horacio Quiroga le ganó al delfín de Jorge Sobisch, Luis Manganaro, y se supo con más convicción después con los triunfos de Benítez en Cutral Co, Podestá en Zapala y Lator en Chos Malal. Y, si bien no se puede saber con certeza, en este país tan lábil, qué pasará en el 2011, no es aventurado adelantar que entonces sí, por primera vez, una fuerza política que no sea el MPN tendrá posibilidades ciertas de instalarse en el despacho con ventanas a la calle Rioja.

Y Mansilla va. Modestamente, me considero autorizado a decir que esta columna que lleva mi firma ya pronosticó que iba para la intendencia y para la gobernación. También Quiroga va, pero hay entre los dos una diferencia, que me permito destacar en pocas palabras para no extenderme demasiado: Mansilla es un centroizquierda y Quiroga un centroderecha, colocado entre los sectores de la oposición "funcionales al gobierno" según Mansilla, aunque sin nombrarlo.

Ese discurso, el de centroizquierda, resuena ahora con fuerza en toda la provincia -que nadie lo tome a mal, desde Barrancas hasta Villa La Angostura- con el respaldo de una fuerza sindical, la CTA, que si bien está a una distancia sideral del PT de Lula da Silva (porque no es lo mismo un proletario del ABC paulista que un empleado público neuquino) se presenta ante la sociedad como una alternativa a la CGT burocrática estatizada por el peronismo.

Se dirá que me estoy adelantando demasiado al pensar en la confrontación del 2011. No es el caso de Mariano quien, según este diario, "aseguró que no piensa en la candidatura a intendente ni en la gobernación". Es ésa una costumbre de los políticos de la que no ha querido apartarse. Pero yo puedo asegurar que sí piensa. Según él, no puede pensar en eso porque tiene "mucho que trabajar desde el Deliberante". Es loable que se proponga trabajar, y mucho, en el cargo para el que fue electo, pero eso no le impide pensar en el 2011 o en el 2015, con su candidatura incluida. Y no está mal que lo diga sino bien, porque lo que la gente quiere es la verdad. A Mansilla lo veo como un hombre que trabaja y piensa, trabaja y piensa, sin parar. Me preguntarán: ¿y cuando duerme, no sueña? Pues sí, sueña con la intendencia y la gobernación. Estaría bien que lo dijera y que dijera qué se propone hacer desde esos lugares. A la vez trabajará desde su cargo de concejal, y lo que haga dirá algo de lo que se propone hacer desde otras alturas. Las palabras comprometen; los trabajos también.

Ésta es la segunda vez que me refiero a quien puedo nombrar ahora como uno de los más encumbrados dirigentes de la Unión de los Neuquinos. Lo hice antes, en tono de humor, haciendo un juego de palabras con los nombres o sobrenombres de "Chito" Jalil y "Chato" Álvarez (delegado general de los trabajadores del hospital Neuquén). Para reunir un trío hablé del "Cheto" Mansilla, lo que provocó una reacción furiosa de parientes y de amigos suyos que también lo son míos.

Como está muy lejos de mis intenciones el propósito de pelearme con esas personas, haré a renglón seguido una rectificación tan formal como pública. Mariano no es un cheto, no lo ha sido y no lo será nunca. Y si me equivoco y llega a serlo, volveré a rectificarme aunque eso signifique afectar la confianza de mis lectores.

Por cierto que no faltarán quienes piensen que soy un oportunista que quiere mejorar su relación con un candidato ganador. A eso no puedo contestar, simplemente porque no conozco, ni por lo tanto controlo, los impulsos de mi inconsciente.

JORGE GADANO

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