La Cumbre de Unasur que se realiza hoy en Bariloche ya es pasado. Nada modificará el cuadro de causas que la originaron: la decisión de Colombia de permitir la instalación en su suelo de seis bases de los Estados Unidos.
Hoy, ni Colombia dará un paso atrás en su determinación ni quienes están inquietos por esa conducta dejarán de quejarse. Pero luego, aun con el venezolano Hugo Chávez gritando y amenazando, la cumbre ya será historia.
Pero posiblemente sí importe reflexionar sobre la agenda de temas que en un tiempo complejo de determinar tendrá que encarar la flamante Unasur. Y éstos sí son temas que ya se evalúan en las cancillerías del continente en términos, en algunos casos, inevitables de cara al futuro. Cuestiones que tornan imperativo el diseñar posturas a asumir llegado el caso. Veamos:
? Un caso: la cuestión étnica. Alentada por vientos que llegan desde la historia más profunda del continente, en la última década se expanden los reclamos de diversa naturaleza provenientes de lo que comúnmente la antropología define como culturas-testimonio. En otras palabras: los remanentes de los pueblos indígenas. Sucede en los Andes Centrales -Ecuador, Perú, Bolivia- y al sur de esa región: la Araucanía chilena y la Patagonia argentina. Son reclamos que hacen a temas de propiedad de suelos, en nuestro país se habla de 15 millones de hectáreas despojadas a esos pueblos. Pero también se vinculan a postergaciones y discriminaciones de las que son blancos con mayor o menor dureza esos pueblos. Pero el problema se proyecta sobre una cuestión que debilita al Estado nacional tal cual lo conocemos. Una posibilidad que ha sido muy bien definida por el sociólogo Juan Gabriel Tokatlian cuando afirma que, en medio del proceso de globalización que debilita el papel del Estado, la cuestión étnica "exacerba la conflictividad social y erosiona las identidades nacionales, lo cual está generando nuevos fenómenos políticos, simbólicos y espaciales que pueden, eventualmente, alentar fracturas geográficas.
? Otro caso que parece destinado a instalarse en la agenda de la Unasur hace al manejo de los recursos naturales y su relación con el poder de defensa de los mismos. Es una cuestión que ningún Estado, al menos del continente, apura en procura de definiciones. Se habla, pero en voz baja. Casi como sabiendo, bajo dictado que exige prudencia, que insinuar hoy este debate sólo cosechará situaciones poco aconsejables. Pero el tema está en las esferas más decisivas del esquema de poder mundial. Basta leer los trabajos sobre esta cuestión que producen las universidades de los Estados Unidos y Europa, cómo está clavado el tema en esos niveles de decisión. Basta pasar revista a los prolijos decretos de la administración Lula sobre la defensa de la Amazonia para tener en claro cómo Brasil ya está en marcha con políticas nacionales concretas en función de sus intereses.
En fin, Bariloche ya es historia para Unasur. Otra agenda la espera.
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com