SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Los presidentes del subcontinente comenzarán a llegar hoy a la ciudad que la anfitriona Cristina Kirchner eligió como sede de la cumbre Unasur, confiada en que la postal de lagos, bosque y cordillera inspirará las mejores ideas para el debate en cierne.
Aunque no estarán en Bariloche más de 24 horas, es posible que los mandatarios y sus comitivas consigan experimentar el impacto de sus paisajes, los mismos que maravillaron a Bill Clinton en su visita de 1997 y a la veintena de jefes de estado iberoamericanos que participaron de la recordada cumbre de 1995.
Si son perspicaces, los ilustres visitantes también percibirán que la infraestructura pública de la ciudad deja mucho que desear. Las rutas poceadas y angostas, la señalización ausente, el tránsito caótico, la basura por las calles y la iluminación apenas simbólica ya son parte de la geografía urbana. Pero seguramente no tomarán contacto directo con el Bariloche profundo, el de los miles de sumergidos que pueblan los barrios de la periferia y trajinan a diario con la falta de empleo, de abrigo, de tierra y de oportunidades.
El encanto del escenario con evocaciones suizas que seduce a turistas de todo el mundo intersecta allí con el Bariloche latinoamericanizado y sus desigualdades sociales a flor de piel. El turismo es el motor de la economía local y transita una temporada para el olvido, con público menguado por la crisis mundial y por la psicosis de la gripe A.
La cumbre viene entonces a ofrecer una oportunidad para mitigar el daño, no tanto por la movilización de casi 4.000 personas en este par de días, sino también por el efecto "vidriera" en medios internacionales. El secretario municipal de Turismo, Daniel González, valoró ese aporte, aunque le hubiera gustado mostrar a la ciudad "con una cara mejor".
Desde su llegada al aeropuerto los presidentes atravesarán la ciudad de Este a Oeste hasta el hotel Llao Llao: unos 40 kilómetros que transcurren en una buena parte a orillas del lago Nahuel Huapi.
Allí se levanta mucho de la arquitectura emblemática que dejaron los años de esplendor de Parques Nacionales. En contraste, el Estado inerme de las últimas décadas arrastra un déficit en materia de obras públicas que salta a la vista en cada esquina.
La Bustillo recibió la última repavimentación para la cumbre del 95 y hoy es otra vez un rosario de baches temibles. A diferencia de otras citas, la de Unasur fue convocada con pocas semanas de preaviso, lo cual conspiró contra cualquier plan de "embellecimiento". El municipio y Viarse repararon pozos y limpiaron banquinas, pero el temporal de los últimos días dejó varias tareas por hacer.
Fue esa misma lluvia la que anegó calles de tierra, venció sin esfuerzo muchos techos en los barrios altos, provocó evacuaciones y descarnó una vez más los altísimos niveles de exclusión que aquejan a Bariloche.
DANIEL MARZAL
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