Dado que la recuperación de mi operación de cadera me mantiene bastante aislada de la realidad circundante, mi mente ha vagado -opiáceos mediante, debo reconocerlo- por otros rumbos. Así que le contaré del Marte y de la máquina de Dios, uno ubicado en el espacio exterior y otra en un túnel bajo tierra.

Empecemos por Marte. Seguramente usted habrá recibido, como yo, cadenas de mails advirtiendo de un acontecimiento astronómico formidable, con fecha y todo: el 28 de agosto, ahorita nomás, el planeta rojo estará más cerca que nunca de nosotros, de tal forma que tendrá el tamaño de la Luna. Como tal portento se repetirá recién dentro de 60.000 años, la prudencia indica no perdérselo. Debo confesar que me entusiasmó: ¡dos lunas enormes, una blanca, otra roja, maravilloso! Y eso que soy de Boca... Así que a pesar del persistente nublado, cuando hubo un poco de cielo azul nocturno he avizorado el espacio, en la convicción de que no aparecerá de repente, sino que poco a poco lo vería acercarse, agrandarse, inundarnos de mística espacial?

Como no vi nada de nada, recurrí a mi privilegiado contacto científico, mi amiga María Inés Suárez, la cual me pinchó el globo, es decir, me pinchó Marte. Esto me transcribe: "No mientan. Marte nunca se verá tan grande como la Luna" y lo afirma el doctor Guillermo Abramson, integrante del grupo de Física del Centro Atómico Bariloche y del Instituto Balseiro. El doc también recibió miles de consultas a las cuales contesta: "no lo crean, No lo redistribuyan. El 27 de agosto Marte estará del mismo tamaño que siempre, y a 243 millones de quilómetros, bastante más lejos que los 55 millones del falso anuncio." Explica Abramson que esto comenzó en el 2003, cuando hubo un acercamiento muy favorable de Marte a la Tierra, y aún así, no dejó de ser una estrella brillante, a ojo desnudo. A partir de entonces, alguien, evidentemente, se ocupa de recrear el anuncio año a año. Si usted quiere una explicación más detallada, puede consultar www.ib.edu.ar/aia 09/ marshoax.shtml.

Y ahora vayamos al interior de la Tierra, más concretamente, al túnel donde se construye la "máquina de Dios", artilugio que pretende reproducir los orígenes del Universo. Como recordará, las averías estarían solucionadas para setiembre. Bien; hemos pasado a noviembre. Bajo el impactante título "La revancha de la máquina de Dios" la información da cuenta de opiniones y ansiedades del plantel que está trabajando en búsqueda de tan ambicioso objetivo. "Queremos que empiece a funcionar ya. Estamos listos", afirma, con la característica suficiencia argentina, una de las líderes científicas de nuestro país en el proyecto, Teresa Dova. Más prudente, quizás por la experiencia histórica de su continente, el físico africano Ketevi Assamajan, relativiza: "Sentimos que estamos listos para llevar a cabo búsquedas y descubrimientos". Observará usted que no menciona el objetivo final sino algo intermedio, dado que empezarán a funcionar con la mitad de la energía que usaron al principio, por lo cual el fenómeno del big-bang puede quedar en big. De alguna forma, esto me tranquiliza: cuando volaron miles de imanes, no sé lo cerca que estuvimos de volar todos. "Habíamos probado todos los componentes", aporta el físico portugués Ricardo Morais. "El problema surgió cuando los pusimos a funcionar juntos". Cualquier pareja le podría haber advertido lo mis- mo.

No me olvidé de la controversia sobre la llegada del hombre (norteamericano) a la Luna. Espero poder compartir pronto con usted datos creíbles de esta gente nuestra tan idónea como es la del Invap y el Balseiro.

Y le cuento de mi prótesis de cadera, que en cierto modo, tiene que ver con el espacio exterior: ¡si usted viera la radiografía! Desde la mitad del muslo emerge el cuerpito delgado de un extraterrestre típico y culmina con una enorme cabeza de la que sale un recontratornillo, seguramente una antena interna. Contradiciendo a mi ídolo Fox Mulder ("Expedientes X), la verdad no está sólo afuera.

MARíA EMILIA SALTO

bebasalto@hotmail.com