La política en la Argentina se parece a una carrera de caballos de Troya, donde todos invaden con subterfugios las ciudadelas del adversario. Así los comportamientos enigmáticos y ambiguos facilitan a los protagonistas encuadrarse un día en una corriente de pensamiento y al poco tiempo en otra completamente diferente.
Sí como sentenció el senador Ernesto Sanz -abrevando en el gran jurista Hans Kelsen - su partido, el radicalismo, responde al "deber ser" y el peronismo, al "ser" de las cosas, las últimas horas demostraron que el país avanza lejos de la categoría apegada a derecho. Y, además, peligrosamente en medio de enojos inconciliables que se manifiestan con violencia, por mencionar algunos casos: fuera de los tribunales donde se sentenció por la tragedia de Cromañón, en la villa de emergencia de Retiro tras la muerte no dilucidada de una adolescente, o en las puertas del Congreso, que el jueves prorrogó por un año la atribución del gobierno de fijar las retenciones.
La crispación se enseñorea por doquier, con un diálogo que hace agua entre el gobierno y los partidos de la oposición, a casi dos meses de elecciones que, si bien significaron un duro golpe para el oficialismo, también sumieron en la inercia y la confusión a los que se apresuraron a proclamar el fin de la era K.
Son muchos los que colaboran en la confección del desordenado panorama. Julio Cobos es el vicepresidente de Cristina Fernández, pero a la vez no oculta sus pretensiones de reagrupar a la UCR y ser la principal alternativa para el 2011. Roxana Latorre, la única escudera y operadora de Carlos Reutemann en el Senado hasta aquí, atontó al "Lole" cuando habilitó, eso sí firmando en disidencia total, el tratamiento expeditivo de las facultades delegadas que mantienen en estado de rebeldía a sectores agropecuarios.
Por eso no son extrañas las sospechas y las descalificaciones por traición.
Los éxitos parlamentarios de las últimas semanas, lógicos si se tiene en cuenta que los cambios que reflejará la nueva relación de fuerza se producirán recién en diciembre, provocan algunos espejismos en el gobierno.
"Si proyectásemos una presidencial para el 2011, ya estaríamos ganando en primera vuelta... por unos 8 puntos", sorprendió Néstor Kirchner a un funcionario, que enmudeció y se retiró sin decir esta boca es mía.
"El 28 de junio nos hicieron fraude en el Gran Buenos Aires. No ganamos porque hubo urnas que no se abrieron", le dijo Kirchner a otro colaborador, que no calló.
"Pero Néstor, no estaban en condiciones de engañarnos...", se atrevió.
"Está bien, está bien, ahora a llorar a la Iglesia", concedió el patagónico.
"Fue un error haber llevado a (Daniel) Scioli. La provincia no anda nada bien", se le escuchó también a Kirchner.
Autocrítico, el ex mandatario aceptó haberse equivocado al concentrar todos los cañones sentado en la conducción del PJ. "Quedé preso de un solo espacio y mi intención era ampliar el espectro. Eso -reflexionó- no me lo perdono. Dejé que los intendentes y gobernadores me marcaran la agenda".
Para el futuro, por eso, apostará a recrear la transversalidad, poniéndose al frente de una candidatura. Estima que triunfará, pero muchos de los que lo acompañan son más moderados: pretenden sacar un caudal de votos respetable que les permita "negociar" en una hipotética segunda vuelta.
El campo, a través de la voz y la acción destemplada de Alfredo De Angeli, demostró que no se detiene ante las formas institucionales. Cuando cayó la resolución 125, elogió la labor del Congreso. Hoy, reclama que diputados y senadores no cobren más su dieta por dejar de trabajar y delegar facultades en el Ejecutivo. Y advierte oscuramente sobre una "quiebra", teoría que a la que elípticamente abonó la senadora Latorre al denunciar que existen sectores interesados en que Cristina no llegue a terminar su mandato constitucional.
La relación, en tanto, entre los principales dirigentes no resulta de lo mejor. Margarita Stolbizer se distanció de "Lilita" Carrió, dispuesta a armar un nuevo partido lejos de Julio Cobos.
Carlos Reutemann, a quien muchos señalan como uno de los principales justicialistas con chance para dentro de dos años, se trenzó en un polémica con Eduardo Duhalde, quien por ahora sólo admite que su aporte será la reorganización del peronismo, aunque sus laderos no niegan que está tratando de reconciliarse con la sociedad para aspirar a la primera magistratura. Pese a lo que parece, la relación no está rota. "Lole" no quiere que lo apure nadie, ni siquiera sectores empresarios muy disgustados con el gobierno por su avance sobre la actividad privada.
Se juega fuerte en todos los terrenos. Incluso en el fútbol: aquí la AFA rompió el contrato con TyC y se arrojó a los brazos del Estado para liberar "a los goles que estaban secuestrados", según la polémica expresión de Cristina en presencia de Julio Grondona y Diego Maradona.
ARNALDO PAGANETTI
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