Sábado 22 de Agosto de 2009 > Internacionales
Obama se lleva una valija llena de problemas a sus vacaciones
El principal es la reforma del sistema de salud, su gran promesa de campaña. Los medios publican encuestas y sondeos que indican la caída de su popularidad. Amenaza con agotarse la paciencia de la comunidad hispana.

Palos de golf, toalla, bañador... y una maleta llena de problemas irresueltos son el equipaje básico que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se lleva a su primera semana de vacaciones desde que asumiera la presidencia en enero.

El principal problema: la reforma del sistema de salud, su gran promesa de campaña y punto número uno de la agenda presidencial. El mandatario hubiera deseado encarrilarla antes del receso estival pero, pese a sus denodados esfuerzos durante las últimas semanas por promover su avance, se encuentra atascada en medio de las luchas de poder e intereses partidarios.

Un asunto que encima ha provocado su caída en las encuestas, donde hasta hace no tanto batía récords de popularidad. El Centro Pew revelaba esta semana que, según su último sondeo, su aprobación se sitúa en el 51 por ciento, frente al 61 por ciento de que gozaba en junio. Y "The Washington Post" publicaba el viernes otra encuesta junto con la cadena ABC que incluso bajaba la cuota de confianza en el mandatario al 49 por ciento.

Buena despedida de Washington para el presidente, quien poco después del mediodía se encaminaba junto a su familia hacia Camp David, la residencia de descanso oficial de los mandatarios, desde donde partirá este domingo hacia su destino vacacional final en la exclusiva isla de Martha's Vineyard, Massachusetts, donde ya han vacacionado otros presidentes como Bill Clinton o Richard Nixon.

Mas hasta allá le seguirán también otros problemas, tal como pretende recordarle una vieja conocida de las vacaciones presidenciales estadounidense, la activista Cindy Sheehan. Famosa por acampar durante semanas ante el rancho texano del ex presidente George W. Bush para protestar por la guerra de Irak, donde perdió a un hijo, la activista ha anunciado su intención este año de calzarse pamela y cubrirse con una capa de crema protectora solar para hacer lo mismo en Martha's Vineyard, donde quiere recordarle a Obama que continúan los problemas en los conflictos bélicos de Afganistán e Irak.

También amenaza con agotarse la paciencia de la comunidad hispana y de los grupos defensores de los inmigrantes, que ven cómo la batalla por la salud y otros frentes abiertos en la Casa Blanca están retrasando el avance de su ansiada -y prometida- reforma integral migratoria.

El jueves, dos días antes de las vacaciones presidenciales, la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, recibió a un vasto grupo de representantes de organizaciones a favor de la reforma migratoria y el propio Obama se pasó brevemente por la cita para asegurarles su compromiso con el proyecto, si bien éste no podrá ser cumplido ya antes de finales de año, tal como esperaban los activistas.

Estos consideraron sus palabras una "buena señal", pero a la par dejaron claro que también esperan "acciones" que corroboren los buenos sentimientos, y que deberían empezar a percibirse nada más concluir las vacaciones presidenciales.

Pero incluso éstas constituyen un pequeño dolor de cabeza para Obama, quien se ha visto obligado a defender su derecho a compartir al menos unos días junto a su esposa, Michelle, y sus hijas Shasha y Malia en el resort de famosos.

A pesar de que los días libres -sólo hasta el próximo domingo- son muchos menos que los de su predecesor Bush solía tomarse incluso en plenas crisis, el hecho de que su estancia vaya a costar al menos 35.000 dólares ha levantado más de una ceja en un país aún sumido en una profunda recesión económica, aunque Obama haya asegurado que los costeará de su propio bolsillo. Ante tanto quebradero de cabeza, quizás el mandatario haga un gasto extra y añada unas cuantas aspirinas a su equipaje.

DPA

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