Palabras de Saiz: "No habrá cambios. No me los impondrá. La gestión está bien. Nadie hizo tantas obras, pero no te reconocen nada".
"Tengan paciencia con (el ministro) Contreras. Lo necesito y es leal. El internismo es feroz".
Reflexiones que trazó el gobernador -en privado- al intendente Alberto Weretilneck y a los empresarios turísticos.
Una falsa imagen exterior es un resultado inevitable del confinamiento y de la cómplice postura de los suyos.
Visiones vagas reproducen conclusiones erróneas.
Un antecedente reciente. Saiz se esforzó y se entusiasmó con su proyecto de re-reelección cuando creyó en los sondeos de Gustavo Waldmann que le asignaban un 62% de imagen favorable al gobierno provincial.
Jugó en la elección de junio a que se plebiscitara su gobierno. Lo apoyó sólo algo más de un cuarto del electorado. Un impacto que aceptó pero que nada modificó.
Weretilneck se asombró con aquella mirada. Igual se retiró satisfecho.
Lo notó activo con cada tema planteado. Después, el jefe comunal almorzó con Bautista Mendioroz y siguió con la edificación del proyecto conjunto para el 2011. El intendente reveló un mensaje: la candidatura para su sucesión no está en discusión. Exigencia para frustrar la intención del legislador Fabián Gatti, apoyado por el vice aunque con múltiples cuentas pendientes con sus ex socios del arriaguismo.
Weretilneck se fue confiado en que esa cuestión había quedado resuelta. Enfoque parcial. La indecisión persiste: el intendente promueve a un íntimo -Claudio Di Tella- pero Julio Arriaga mantiene igual demanda comunal.
Otra marcha inequívoca. En Las Grutas, la diputada Odarda deberá hoy defender su diálogo con el oficialismo frente a las críticas de sus pares del ARI. Ningún favor le ofreció la defensa pública de su par radical, Iván Lazzeri. Exhibió interesada protección y pretendida cooptación. Odarda confía en una sociedad con el oficialismo pero emula la senda de otra ex discípula de Carrió: la ex ministra Graciela Ocaña, que recayó en el 2004 en la administración kirchnerista y hoy, afuera y devaluada, se aferra a la creación de su fundación.
La crisis turística retornó al despacho de Saiz con lamentos económicos y políticos. El análisis se abate desde la más elemental carencia. No hay registros confiables. Falta un sistema estadístico provincial. El dato más palmario corresponde al municipio. A Bariloche llegaron en julio 78.500 turistas. Un 60% de los 129.000 de igual mes del año pasado. El sector empresarial imputa abandono al Estado provincial y, además, cuestiona -sin compasión- la gestión de Contreras. "Es un puntero, más que un gestor", dicen.
Dos días después de la derrota, Saiz fue a Bariloche y escuchó quejas actualizadas. Después, una comisión empresarial transitó ministerios nacionales, con una ruta fijada por el senador Miguel Pichetto. Asistió el intendente Marcelo Cascón. No hubo lugar para Contreras.
Los empresarios gozan con la gestión de Pichetto y ultrajan a Contreras por su mal vínculo con su par nacional Enrique Meyer. Los privados asignan al senador el crédito de cada beneficio nacional. Tienen razón.
Ahí se generó desde la mínima acción -Meyer y el ministro Amado Boudou paseando por Bariloche para disipar sospechas de riesgo por la gripe A- hasta los 2.500 subsidios de 600 pesos para los gastronómicos, abonando expectativas de otras medidas.
Esta semana la delegación turística de Bariloche recorrió media docena de despachos en Viedma aunque evitó el de Contreras. Pero Saiz lo sentó a su lado al recibir a esa comitiva. El gobernador repitió su respuesta de junio: esperar la evaluación final de la temporada y analizar recién qué acompañamiento puede asumir el Estado. Conjeturó que la presencia de Contreras desalentaría la ofensiva. Se equivocó. Algunos empresarios lograron un aparte de la reunión y se explayaron en críticas letales al ministro. "Tengan paciencia. Es leal y lo necesito. Hay un internismo feroz", confesó el mandatario, palabras más palabras menos. Sus interlocutores se quedaron sin argumentos frente a semejante confidencia. Fracasaron en ese intento, pero dejaron Viedma con la creencia de que habrá medidas impositivas para mitigar este presente económico.
Ni el fin de semana largo les ofreció un aliciente. Los cortes de ruta de los trabajadores rurales plantearon otro atolladero para esa economía mientras que la Justicia Federal y el gobierno provincial amagaban con decisiones que no cumplían.
A Saiz lo inquieta el riesgo de otra subordinación. Buscó financiamiento en Buenos Aires para seguir pagando los aguinaldos. No lo logró. No pudo reunirse con el jefe de Gabinete Aníbal Fernández aunque concedió otro oneroso gesto político a favor del kirchnerismo. Logró que Hugo Cuevas -que estaba enfermo- votara en Diputados a favor de los superpoderes para la presidenta Fernández. Para eso la provincia contrató un vuelo y lo trasladó a tiempo de Roca a Capital Federal. Favores que se retribuyen, dicen en el gobierno y creen en la asistencia para continuar con el pago de aguinaldos.
El STJ generó otro dilema para el gobierno cuando con un fallo interpretó que el 82% jubilatorio es una posibilidad para todos los agentes públicos de Río Negro. Su encuadramiento jurídico sólo habilita ese beneficio previsional para funcionarios y jueces del poder. El resto es puro anhelo, puro trazo político.
La solución del STJ es el atajo para soslayar el demorado aval legislativo del convenio entre la Anses y la provincia para adherir a la ley 24018 que garantiza el 82% a funcionarios y jueces del Poder Judicial. ¿Por qué el tribunal insistió en la aprobación durante más de un año si ahora afirma que no es necesaria? La Legislatura insistirá con la aprobación. ¿El STJ reclamará que el Estado abone los aportes personales? Sí. Los jueces advierten que la quita del AFIP para esos compromisos retroactivos afectaría el monto jubilatorio y así, el interés en los retiros. El voto de Víctor Sodero Nievas argumenta que el convenio de traspaso expresa que los aportes personales son "responsabilidad de la provincia y no de los afiliados". Una demostrativa opinión. Esa suma supera los 12 millones.
Saiz resiste esa pretensión, que yacía en los suburbios. Hilvana cambios judiciales cuando recobra, ocasionalmente, su pensamiento por la reforma constitucional. Reeditó ese propósito general en una cena que reunió el miércoles a los legisladores Lazzeri, Adriana Gutiérrez, Daniel Sartor, María Inés García y Elvis Cides. Pobre adhesión logró. Los partícipes disimularon su opinión: la reforma no es prioridad, la gestión sí.
Un diagnóstico errado es un alto riesgo. El mayor peligro es que el gobierno siga mezclando análisis diferentes, sin diálogo serio y con demasiada intriga.