Viernes 21 de Agosto de 2009 > Sociedad
"Papá, mamá... quiero ser músico"
Para que lo primero que se le ocurra a Ud. no sea "¿y de qué vas a vivir?", van  estas reflexiones de un músico profesional. 

No es una frase que la mayoría de los padres quisieran escuchar de sus hijos cuando señalan que quieren hacer con su vida. ¿Por qué? Por que en nuestra sociedad contemporánea ciertas actividades, muchas veces actividades o profesiones artísticas son poco rentables desde el punto de vista económico. ¿Fue siempre así? Quizás, no. Quizás la actividad artística se desarrollaría con mayor facilidad si tuviéramos una sociedad que viera en la cultura un patrimonio, una forma de vida que permite crecer en todos los aspectos educacionales, sociales y económicos. Pero eso es parte de otro debate. La presente columna tiene como fin tratar de ayudar a identificar de qué manera se puede guiar a los jóvenes que desean seguir un camino de este tipo, o cuáles pueden ser los pilares fundamentales a la hora de elegir un camino similar.

Quizás lo primero que hay que señalar, es que el estudiar música, no es sólo una búsqueda profesional si no que es una vocación. ¿Son todas las profesiones vocacionales? Me atrevo a decir que no. Una de las grandes características de la actividad musical, es el hecho de que tiende a ocupar todas las horas del día. ¿Por qué? Porque no es un trabajo desde el punto de vista tradicional; es más que eso. Es trabajo y hobbie; es lo que hace subsistir y lo que entretiene; lo que llena la vida en muchos aspectos. Es una actividad por la que uno debe ser capaz de sacrificar muchas cosas, ya que necesita mucho tiempo de elaboración, y un perfeccionamiento permanente, que ocupa las horas de trabajo, y las de esparcimiento. Por ende, si uno ve que un joven le dedica gran parte de sus tiempos libres, que ensaya y toca todos los días (y cuando digo todos, me refiero de lunes a lunes), es una señal de que hay seriedad en la práctica. Si por el contrario se ve que sólo se dedica intermitentemente; si muchas veces las fiestas están primero que el estudio y los ensayos; se puede señalar que hay un gusto, pero no una necesidad imperiosa de crear o dedicar horas valiosas a la música.

Por otro lado, no hay que engañarse, en el sentido que sí es difícil vivir de la música. Hay renuncias, sacrificios, muchas horas de trabajo que no tienen un premio económico inmediato. Por lo tanto, hay que ser consciente de eso. Si no se toma con esta mirada, es mejor dedicar parte del tiempo a la música, y otra a un oficio o profesión de una rentabilidad mayor o más inmediata. Y eso es importante, por que a lo largo de la vida, lo fundamental es que la gente sea feliz. Y muchas veces ocurre que hay músicos que nunca más se perfeccionan, que no estudian más, manteniendo una queja constante sobre el oficio musical. Pero esas condiciones uno las sabía desde el principio (posible inestabilidad laboral, estudio y perfeccionamiento permanente, etc.), pero también se cuenta con la posibilidad real de que en uno mismo están las oportunidades, mediante la innovación, la creación y el perfeccionamiento de crecer como artista en cuanto a posibilidades laborales. Por el contrario, uno se encuentra muchas veces, con ingenieros, médicos, abogados, etc., que dedican parte de su vida a la  música, y que son inmensamente felices, ya que desarrollan sus capacidades artísticas de gran manera. Quizás no desarrollen estas capacidades con la misma profundidad que un profesional, ya que para lograr esto hay que dedicar muchas horas y días de trabajo, sacrificios que no pueden o no quieren realizar; pero  sí ven en la música una posibilidad real de creación.

Un tercer aspecto es la disciplina como eje fundamental de la práctica y en el perfeccionamiento de la actividad musical. La disciplina de trabajar todos los días, con concierto, sin concierto, deprimido, contento. Es lo que permite solucionar problemas técnicos y lo que da la posibilidad de encontrar la solución o la frase musical que ha estado dando vueltas en la cabeza durante días. Nunca olvidaré la frase que un amigo me dijo alguna vez:” es fácil estudiar cuando uno está bien, cuando se está alegre; lo difícil es hacerlo en las condiciones adversas, triste; ahí se ven los capaces. Uno mismo es su juez, uno mismo sabe si lo está haciendo bien o no”.

Y un punto fundamental es que el artista debe tratar de ser un hombre culto y que sepa desarrollarse también intelectualmente. Si uno mira a músicos de distintas latitudes como Glenn Gould, Daniel Barenboim, etc., son hombres que además de desarrollar la faceta más técnica, son capaces de ver la música con perspectivas variadas y multidisciplinarias, lo que posibilita sobrevivir de mejor manera en un mundo que cambia con mayor velocidad cada día.  Por ende la lectura, el estudio de la realidad contemporánea, contribuyen a un desarrollo artístico que no sólo involucra la parte mecánica, sino que también otros aspectos que le dan contexto a la práctica artística. Y más aún, en tiempos en que los músicos deben auto-gestionarse, realizando proyectos, solicitando fondos, etc. Todas instancias que exigen un domino de conocimientos que desbordan el oficio estrictamente musical.

Pero toda la formación se verá fortalecida en la medida que se cuente con un entorno familiar que lo apoye en todos los sentidos. Que apoye en su decisión, que celebre los logros y que fomente la autocrítica, con el fin de que se potencien las virtudes y se corrijan los defectos, ya que  muchas veces la actividad artística hace ver la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. La única manera de mejorar el desempeño artístico personal, es corrigiendo los errores y viendo en otros, atributos positivos en su manifestación musical que pueden enriquecer el lenguaje de cada uno.

En síntesis, la elección de querer dedicarse a la música, es una decisión que responde a una necesidad, más que al sólo gusto por la música en sí. Es una forma de vida, que incluye sacrificios, disciplina, y autocrítica. Pero que tendrá como premio la posibilidad de unir de la mejor manera el disfrute del oficio, con el trabajo con el cual uno se gana la vida, contando siempre con un apoyo familiar que le de cobijo, y que lo ayude a mantener una autocrítica que permita un desarrollo constante.

Por Nicolás Emilfork 

 Guitarrista Clásico. Obtiene su Licenciatura y Título en Interpretación Musical en Guitarra, ambas con distinción máxima, en la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, en la cátedra del maestro Ernesto Quezada. Como solista y músico de cámara se ha presentado en Chile, Argentina, Francia, España, Grecia, Portugal y Austria. Ha sido premiado en concursos en Chile, España y Grecia. Es Profesor de Guitarra en el Conservatorio de Música Sergei Prokofiev.

 

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