ANALIZA ESTEBAN RODRÍGUEZ (*):
"Hay un dicho popular que dice “hecha la ley, hecha la trampa”. El refrán nos habla de la picaresca criolla que caracteriza a los argentinos, sobre todo a los funcionarios, legisladores y magistrados, expertos en el arte de la excepción. Se sabe, siempre hay una excepción a la regla, que la justifica y la sostiene llegado el caso. Siempre hay una salida de emergencia que permanecerá oculta para darle vía libre a los negocios espurios que traman en las regiones subrepticias del poder.
"Pero hay otras argucias que nos hablan del ingenio popular, trampas que no tienen necesidad de ocultarse porque buscan poner de manifiesto el absurdo de una legalidad que no sabe o no quiere atender las circunstancias particulares que lleva a los ciudadanos en situaciones de desventaja a tener que peticionar a las autoridades.
"Pensemos en los trabajadores rurales de Alto Valle que días atrás mantuvieron cortada la ruta 65 a la altura de Allen reclamando un aumento por realizar sus tareas en zonas desfavorables. El corte se extendió durante varios días hasta que llego la advertencia, la amenaza, otra extorsión. Hay que despejar la ruta. “Circulen-circulen” es una de las consignas favoritas de la policía, aquí y en la China. Pues bien, eso hicieron los trabajadores: se pusieron a circular. Caminaron por la ruta durante horas, más de tres kilómetros, hasta la localidad de Fernández Oro para entrevistarse con el intendente. No estaban cortando la ruta, pero la estaban congestionando. El tránsito no se interrumpía pero se demoraba o se interrumpía pero ahora por la presencia policial que continuaba “custodiando”, esperando a lo mejor nuevas instrucciones de las autoridades que imaginamos desconcertadas ante semejante desplante de los trabajadores.
"Seguramente los trabajadores estaban “ganando tiempo” para una negociación que se demoraba en el tiempo. Pero sin darse cuenta, estaban también inaugurando una modalidad novedosa de lucha que, de ahora en más, sospechamos nosotros, empezará a formar parte del repertorio de acción colectiva de los argentinos que decidan la protesta para expresarse libremente: el piquete ambulante. Una práctica que recuerda a la ronda de los jueves, aquella forma de lucha que imaginaron las Madres de Plaza de Mayo para sortear el estado de sitio que había dispuesto la dictadura.
"El piquete ambulante es la trampa a una legalidad que se vuelve injusta cuando no atiende las circunstancias particulares de los ciudadanos. Es la trampa a la que tienen que recurrir los trabajadores cuando sus reclamos llegan a oídos sordos, no encuentran eco en los medios nacionales, o los funcionarios no atienden los teléfonos o no asisten a las reuniones pautadas para que los ciudadanos puedan manifestar sus problemas. El piquete ambulante es la trampa para dejar en evidencia a la familia judicial, una magistratura clasista y obsecuente, más preocupada en proteger la espalda del funcionariado de turno que interesada en sentarlos a debatir y pensar conjuntamente cómo resolver los problemas de los sectores que, en una sociedad con una estructura social desigual, merecen una atención privilegiada.
(*) Estebán Rodríguez es investigador y abogado:
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