Improbable que integren una fórmula conjunta.
Pero tan improbable como pensar en una victoria de Carlos Soria sin Miguel Pichetto o de Miguel Pichetto sin Carlos Soria.
¿Pero improbable tratándose de peronistas? ¿Acaso el peronismo no presume de vivificarse permanentemente vía la contradicción? ¿Acaso el mundo político que construyó hace más de 60 años no se nutre en el giro inesperado que marca a fuego un antes y un después; o del instante en que niega de un plumazo lo dicho y hecho un instante antes, y hacerlo sin generarse tensiones éticas?
¿Qué será lo improbable en el peronismo?
- ¡Lo probable son las necedades y fábulas para consumo de patanes!- hubiera reiterado hoy nuestro Jorge Luis Borges.
- No se confunda, si en el peronismo hay mucho motivo de desprecio o de burla, también hay mucho de histórico y justiciero y eso es lo probable- le habría machacado nuevamente Ernesto Sábato.
- Por todo esto? por todo lo que genera, por todo lo de predecible e impredecible que lo caracteriza, es que el peronismo sigue modelando nuestras vidas. Hace más de medio siglo que nos preguntamos qué harán los peronistas? en lo improbable? en lo probable- dice Tomás Eloy Martínez.
"La política argentina presume de inclasificable", escriben Darío Macor y César Tcach, compiladores de una sólida investigación: "La invención del peronismo en el interior del país". Acotan: "La presunción de inclasificable fue alimentada por sus propios protagonistas, en especial por el peronismo".
Complejo de clasificar, resistente a ser encuadrado desde las ciencias sociales desde parámetros bien definidos, el peronismo camina por la historia argentino a sus anchas. Se sacude mitos y vuelve a ellos. Se desprende de liturgias y folclore, pero no se ruboriza si tiene que volver a ellas.
Habla Manuel Mora y Araujo:
- Lo probable, lo tangible, no trata sobre cómo maneja sus "colores" el peronismo. Lo probable o tangible es la convicción de poder que tiene: sentirse el hacedor esencial de la historia argentina. ¿Lo improbable?: que un peronista que lucha por el poder, desde concejal al que va por la presidencia del país, abandone esa convicción?
Pero en esta nota tenemos "nuestro improbable": que Carlos Soria y Miguel Pichetto integren una única fórmula de cara a las elecciones del 2011 para gobernador de Río Negro.
Ya están templando aceros. Prólogo necesario de una batalla que hoy libran en silencio. Están cara a cara, pero ninguno busca en los déficits del otro la ventaja para imponerse en la puja.
Tienen títulos para sostener aspiraciones: desde el 99 son los "patrones" del PJ rionegrino, una fuerza con los cuartos castigados sin piedad por la fusta radical en la carrera por la gobernación. Consolidaron el espacio acompañando a Remo Costanzo en su cantada tercera derrota por llegar a la gobernación. Pero leales a un ritual con historia larga en el peronismo, ellos se quedaron en la puerta del cementerio. Con rostro enjuto, en la puerta se hicieron a un lado.
- Todo tuyo, Remo?
Ahora, en la lucha por el 2011 que se disponen a entablar ambos, se resume el nudo de las tensiones que vive el PJ provincial.
Ambivalente, Pichetto no muestra todas las cartas. ¿Las tendrá? Y si las tiene, ¿cómo las está organizando? En todo esto lo único que se sabe es que entusiasmado por la lectura del libro "Anatomía de un instante" del español Javier Cercas -investigación sobre el 23 F-, Pichetto ha sacado una conclusión: no tiene pasta para desarticular los dictados de poder que amasó aun en días de derrota.
Soria, en cambio, se entretiene con la rotación de sus eventuales compañeros de fórmula. Habla de una mujer, pero también del senador, al que -dice- "sólo tira flores". Sobre su estrategia hacia dentro del partido, nada.
Es cierto: Soria y Pichetto cultivan una buena relación. Sentados a la misma mesa pueden enojarse, pero no llegar a los bordes del negarse. Hay reconocimientos mutuos sobre el camino recorrido en la vida política.
Pero comulgan un problema en esta coyuntura del peronismo: el entorno.
Esa zona gris donde la obsecuencia y las lealtades mal entendidas se mueven con ligereza y acercan al partido a la dinamita.
Soria y Pichetto han usufructuado históricamente de esas relaciones. Sin embargo, los hechos y declaraciones de las últimas semanas marcan que si el intendente de Roca y el senador sueltan las riendas, no faltará quien tome la posta y empiece a escribir un nuevo capítulo en la historia de este peronismo, que lleva perdidas siete elecciones generales al hilo.
Y si se sueltan los corceles y aceros, en este PJ no hay retorno.
Pero la divisoria de aguas está. Y es cada vez más evidente.
En la campaña para las elecciones del 28 de junio la armonía estuvo en peligro más de una vez. Después vinieron las pintadas en favor de Soria en la Ruta 22 y el enojo por el lanzamiento anticipado.
Luego el entredicho con el hijo del intendente, Martín, cuya agresión al abogado Rodolfo Ponce de León fue ubicada por el senador como el inicio del camino a la derrota en el 2007.
Días atrás, el malestar de varios intendentes por el discurso agresivo de Soria hacia los propios colegas y afiliados.
Finalmente, el jefe comunal de Godoy, Juan Domingo Garrone, fue directo y dijo: "Es hora de definiciones, para que cada uno de nosotros podamos encolumnarnos".
Los tiempos de la disputa
Garrone observa lo que muchos en el peronismo. Es preferible que la disputa entre Soria y Pichetto tenga un vencedor ahora, para poder organizar una estrategia a largo plazo que permita cerrar también las heridas de una interna.
El otro camino conduciría a romper el partido en dos poco antes de las elecciones y lamentar de nuevo una derrota por la dispersión de peronistas en distintas boletas.
Ese pensamiento también oculta un temor: que Soria no sea el elegido del PJ y busque la gobernación "por afuera".
El intendente estructura su avance hacia el 2011 sobre dos ejes: denuncias reiteradas sobre la corrupción del gobierno provincial y exaltación de las obras y otras mejoras en la calidad de vida de los roquenses a partir de su gestión.
Atado al kirchnerismo sólo por la conveniencia que significan los aportes para infraestructura (lazo sencillo de sacar en un municipio con buenos ahorros), Soria aparece hasta el momento como el candidato de Soria y nada más.
Los pasos que da pueden convertirlo en candidato del PJ, pero ninguna de sus acciones emerge como incompatible con una nueva estructura, sobre todo en estas épocas donde la gente -él está convencido de eso- vota a personas y no a partidos.
Pichetto, en cambio, tiene hoy el respaldo de la mayoría de los intendentes. Pero no ignora que esa geografía contiene a las ciudades de mayor densidad poblacional, pero representan a 15 de las 39 localidades de la provincia.
La simbiosis tiene a las obras financiadas por Nación como protagonistas excluyentes. Pichetto abre puertas de despachos en Buenos Aires y los intendentes, con autonomía financiera casi inexistente, retribuyen a la hora del debate político en la provincia.
Claro que el senador también logra consensos por el modelo de provincia que proyecta ante la dirigencia rionegrina y por su estilo, que aun en los instantes más vehementes no se acerca a la imagen pendenciera que habitualmente encarna Soria.
Otro dato importante es la incidencia del gobierno nacional. Tal vez como nunca en las últimas dos elecciones provinciales, el escenario rionegrino aparece con cierto grado de independencia del nacional.
No obstante, en la capacidad que tenga el kirchnerismo para revertir el mal humor mayoritario expresado en las últimas elecciones legislativas estará una parte de las posibilidades de Pichetto de consolidarse como candidato en Río Negro.
Por último, un factor de irremediable avance alimenta el choque de intereses entre Soria y Pichetto: el intendente llegará a las elecciones del 2011 con 62 años y el senador con 61. Los dos sienten que es la última oportunidad de sentarse en ese sillón que sólo sabe de radicales desde 1983.
Un lapso que cada uno recorrió con voluntad de poder. Y desde el dictado de su intimidad, los dos se sienten cómodos viéndose desde el poder. "Una forma de quererse a sí mismos, de sentirse útiles", dice José Pablo Feinmann. Y acota: "El poder no reposa. Ningún poder es suficiente para el poder".
Y cuando Carlos Soria y Miguel Pichetto hablan del poder, no apelan a metáforas. En eso, no tienen nada de Juan Perón.
Los dos lanzan palabras al combate. Más agrio, rudo y destemplado el primero. Si es necesario, vulgariza el verbo. Más sutil el segundo: "Sarmiento no necesitaba de los superpoderes: tenía el Remington". Y los dos compartiendo una misma pasión: el rechazo al ejercicio del poder político como gerenciamiento. Conducir desde la política como contenido cultural - ideológico.
Hoy están cara a cara, pero en silencio. El partido los presiona para que definan: tregua o interna.
Y a partir de allí, empezar a desandar un camino complejo.
Si no, no sería peronismo rionegrino?
Por Carlos Torrengo (carlostorrengo@hotmail.com) y Hugo Alonso (halonso@rionegro.com.ar)