Miércoles 19 de Agosto de 2009 Edicion impresa pag. 42 > Cultura y Espectaculos
La explosión sonora de Chango Spasiuk
El misionero volverá a presentarse hoy en el Teatro Español

NEUQUÉN (AN).- Sobre el final, después de dos horas de explosión sonora y emocional, el Chango Spasiuk invitó a sus músicos a tocar casi al borde del escenario. Mucho, pero mucho más cerca del público. Lo dijo en un momento: "el músico está tan necesitado de recibir algo como el que está sentado enfrente". Su genialidad artística integral -no sólo como acordeonista- desbordó en Neuquén con los temas de "Pynandí" (los descalzos en guaraní), su octavo y grandioso hijo musical.

El misionero ofreció un espectáculo impecable, estimulante, sentido, exquisito, visceral, poderoso, un lujo en cualquier escenario del mundo. Definitivamente, maravilló al público no sólo por la belleza de la música, poblada de sonidos entrañables y de una variedad de matices, sino por el nivel superlativo del conjunto que se completa con Sebastián Villalba (guitarra y voz), Marcos Villalba (cajón, percusión, guitarra y voz), Víctor Renaudeau (violín), Hellen De Jong (violonchelo) y el joven guitarrista chaqueño Marcelo Dellamea (invitado especial).

Lo genial es que para aquellos que no pudieron verlo el domingo, el Chango se presentará hoy en el Teatro Español, a las 21:30, nuevamente llevando la alegría que transmite su música y el paisaje sonoro de sus raíces litoraleñas y ucranianas. Las entradas se pueden comprar en Todomúsica.

A lo largo del recital, las melodías iluminadas y festivas del acordeón del Chango -melancólicas algunas, vertiginosas otras- se extendían con total naturalidad entre la sutileza del violín, la dulzura de la guitarra criolla y la impetuosidad del cajón, logrando un mapa musical colorido y poblado de sensibilidades. Fue un gran show.

La alegría chamamecera se impuso toda la noche. Por allí pasaron los temas de "Pynandí" (el disco producido por Bob Telson que se destaca por lo emocional), se escuchó la voz aguda y fresca de Sebastián Villalba, que surgió en "Viejo caballo alazan" y "El boyero", y también brilló el "Libertango" de Piazzolla, impregnado de los colores litoraleños.

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