Apareció finalmente el arma del caso del editor periodístico Ricardo Gangeme, asesinado en Trelew hace 10 años, que no había sido encontrada dentro de su caja de cartón que debía permanecer sellada. Esta prueba esencial, junto a otras que también se violaron, estaban en custodia de la Justicia chubutense.
Ahora, una fuente judicial confió a "Río Negro" que el revólver -un "Smith & Wesson" calibre 38 S6W Special- estaba en poder del Reparch (Registro Provincial de Armas del Chubut). ¿Cómo llegó hasta allí? Insólitamente, fue la propia Cámara Primera en lo Criminal la que ordenó su envío a ese organismo. Fue un milagro que el revólver no haya sido destruido, ya que ese el destino de las armas que llegan primero al Reparch y finalmente al Renar nacional.
Una vez divulgada la ausencia del principal elemento de la causa, el Reparch devolvió el arma a la Fiscalía.
La desaparición había sido detectada cuando se hizo la "apertura de secuestros" (un inventario) y quedó plasmada en el acta redactada por la Unidad de Delitos contra las Personas del Ministerio Público Fiscal del Chubut.
Tan constatación permitió inferir que fue rota la cadena de custodia de pruebas, sobre todo considerando que se ha reabierto el caso tras el fracaso del juicio oral que no logró determinar quién planificó ni quién ejecutó el disparo a quemarropa del periodista, en mayo de 1999.
En esa misma caja sí fue encontrado el proyectil extraído del cráneo del cadáver de Gangeme. Estaba dentro de un sobre de papel madera.
Entre las pruebas faltantes se encuentra una fundamental: huellas palmares. Podrían ser las del asesino, cuando se apoyo sobre el techo del auto de Gangeme en el momento en que el editor periodístico estaba estacionando frente a su domicilio. Segundos después moría de un disparo en el cráneo. Las huellas estaban en un soporte acrílico.
Volviendo al arma: hubo un párrafo final del fallo de absolución de los ex imputados del crimen Osvaldo Vitti, Gustavo Schmidt y Alejandro Zabala en 2002 que pasó inadvertido: el que disponía -sin argumento alguno- la remisión al Reparch del revólver calibre 38. Una decisión que cuesta comprender considerando que nada quedaba en claro respecto del disparo fatal. Y teniendo en cuenta también que faltaba la instancia de apelación fiscal (que se frustró por fallas en su confección y ningún ánimo de reimpulsarla).
Es cierto que los peritajes de la Policía provincial, de la Gendarmería nacional y de la Policía Federal señalaron en que la bala alojada en el cráneo de Gangeme no coincidió con el revólver Smith & Wesson, calibre 38, incautado a uno de los sospechosos.
Pero ya entonces se sabía que había sospechas de manipulación del proyectil. Uno de los peritos advirtió que, al efectuar una pericia química sobre la bala, notó que una parte de la misma fue raspada y golpeada. Tenía una parte sana, pero las estrías no encajaban en el arma incautada.
En definitiva podía tratarse del arma y no del proyectil, o viceversa.
De todos modos, en la segunda autopsia a Gangeme realizada antes del juicio oral, fueron extraídas esquirlas de proyectil del cráneo que eran perfectamente peritables. Pero no hubo peritaje alguno.
Lo que sí queda claro es que lo que menos podía hacerse era encaminar el arma hacia su destrucción. Sin embargo, así lo decidieron los entonces camaristas Juan Ángel Di Nardo, Roberto Rubén Portela y Daniel Rebagliati Russell.