"Camino de cornisa" es la obra que se desarrolla en el espacio patagónico, más precisamente, la línea sur rionegrina. Y traza algunos problemas que tienen significativa actualidad. Aparece aquí el aprovechamiento de las metrópolis y algunos de sus personajes con los espacios avasallados por el poder. Espacios que son extraños y que revelan un costado mítico que al final termina por imponerse.

Similar planteo lo tenemos en "Aguirre, el Marañón", una obra ambiciosa ya sea por el planteo, la extensión, por los retos que impone para la puesta en escena y por la complejidad de sus personajes y los conflictos. Basada en la historia del "Loco" Aguirre, Finzi encuentra intersticios para devolvernos una obra con aliento épico y de aguerrida belleza.

Ambas piezas plantean un espacio en permanente conflicto y una visión negadora del otro y de lo distinto, producto de la ambición; y sin embargo en el teatro de Finzi es posible que los derrotados terminen resistiendo.

"Primavera, 1928" es en muchos aspectos la vuelta de Finzi a una de sus figuras más queridas, el escritor y aviador Antoine de Saint-Exupéry. Hay aquí una metamorfosis sorprendente de un lobo marino en una maestra patagónica. Planea sobre el texto una mirada zumbona y jovial que se refuerza también con el tono que le imprime el autor a las didascalias. Aparece el tema del viaje por amor.

Cierra el volumen "Voto y Madrugo" que es una reflexión a la manera del autor sobre el funcionamiento de la política en nuestro país. Otra vez recurre a pequeños animales, en este caso una pulga y un bicho de tres cabezas inspirado en "El cancerbero" de Blake (procedimiento que ya utilizó en Chaneton o "Martín Bresler"). La presencia del amor junto con el de la denuncia y la búsqueda de ideales está encarnada en dos personajes proletarios que han deambulado por diferentes sitios siguiendo la ruta del trabajo y ahora emprenden su viaje hacia la solidaridad y contra la injusticia.