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San Martín, más vigente que nunca para los argentinos | ||
Rodolfo Terragno explica por qué se está empezando a escuchar al Libertador que, hasta hace poco, "era puro bronce". Considera que al reducirlo a lo militar, se ignoró su visión política.|Por Horacio Lara| | ||
"Ahora, se está empezando a escuchar a ese Libertador que, hasta hace poco, era puro bronce", sostiene Rodolfo Terragano, quien bajo la forma literaria de un diario personal reconstruyó el día a día de las actividades del general San Martín durante un año clave, 1824, y revela la misión secreta que cumplió en Londres, cuando ya estaba supuestamente retirado.
"Diario íntimo de San Martín" (editorial Sudamericana) es un éxito de ventas por estas semanas porque evidencia que es resultado de una denodada tarea del autor –apasionado de la historia y de la política-- que ha hurgado durante veintiocho años en la vida del general logrando el acceso a fuentes absolutamente privilegiadas. En esta fecha en que se lo recuerda, RN On Line le preguntó a Terragno por qué para él la figura de San Martín tiene vigencia, más aún hoy, para los argentinos. El autor sostuvo: "Todas las naciones surgidas a partir del siglo XVIII, sobre la base de antiguas colonias europeas, tienen figuras emblemáticas. Es como si los países jóvenes, sin la historia secular de las naciones europeas, necesitaran un arquetipo. Sucede en Hispanoamérica, donde la independencia se dio en siglo XIX; y en África, donde se dio en el siglo XX. Pero también en Estados Unidos, pionero en la ruptura con Europa. Con una diferencia: los norteamericanos no reconocen uno sino siete “padres fundadores”: Washington, Jefferson, Adams, Franklin, Madison, Hamilton y Jay. En cambio, en Hispanoamérica, cada país ha escogido un único padre de la Patria. En nuestro caso es San Martín, aunque Belgrano sea respetado como un co-fundador de la nacionalidad. "San Martín es, por lo tanto, sinónimo de la Argentina. No fue siempre así. A fines del siglo XVIII se lo honraba junto a otros próceres, pero no como un primus inter pares. Más aun, la Argentina de entonces rendía culto a Bolívar. Lo prueban los nombres que se le dieron a pueblos de la provincia de Buenos Aires: Bolívar, Junín, Ayacucho. También el de oficiales argentinos que pelearon a las órdenes de Bolívar, como Necochea, Coronel Suárez o Pringles. Por cierto, existen pueblos, como Chacabuco o Maipú, identificados con la gesta de San Martín; pero en la toponimia de la Provincia (y de la Ciudad de Buenos Aires) se nota una marcada influencia bolivariana. Fue después de la publicación de Historia de San Martín y la Emancipación Sudamericana –el libro de Mitre, aparecido en 1887-- que se levantó la figura de San Martín. "Ese mismo año, el Presidente Avellaneda inició una campaña para repatriar sus restos. Esto violentaba la voluntad del Libertador, quien había expresado, en su testamento, el deseo de que su cuerpo permaneciera en Francia y sólo su corazón fuera traído a Buenos Aires. En 1880 –poco antes de que el Ministro de Guerra de ese entonces, Julio Argentino Roca, asumiera la Presidencia de la Nación—los restos de San Martín fueron repatriados. "Roca y, en general, la generación del 80, exaltaron a San Martín; por sus hazañas y porque había sido militar. Que el Padre de la Patria fuera un General era algo que conmovía a los hombres de armas. "En 1933, bajo el gobierno del General Agustín P. Justo, se creó en Círculo Militar el Instituto Nacional Sanmartiniano. "Luego, durante el gobierno del General Perón, se conmemoró –durante los 365 días de 1950-- el centenario de la muerte de San Marín. Toda persona mayor de 53 años tiene grabada en su mente la forma en que se escribía la fecha en las escuelas y en los trámites oficiales; por ejemplo, “Lunes 19 de julio de 1950, Año del Libertador General San Martín”. "El panegírico de San Martín lo pintaba como un genio militar, dotado de habilidades sobrenaturales. "Al reducirlo a lo militar, se ignoró uno de los aspectos más notables de San Martín: su visión política. Él no libró, en el territorio de las Provincias Unidas, más que un breve combate: San Lorenzo. Y en Perú, entró a Lima sin haber librado ni una sola batalla. Aquí contribuyó a desplazar al Primer Triunvirato, que se negaba a declarar la independencia y votar una Constitución; impulsó la Asamblea del año XIII; y presionó al Congreso de Tucumán –a través de Narciso de Laprida y Godoy Cruz—para que se declarase formalmente la independencia. Luego se fue a desafiar a los realistas en el centro del corazón imperial de España en América, y se negó a volver –pese a las órdenes de Rondeau y Pueyrredón-- a mezclarse en las luchas intestinas contra Estanislao López o Pancho Ramírez. Tenía un objetivo político y lo persiguió con tenacidad. "Convertirlo en un ser sobrenatural, por otro lado, lo anula como arquetipo, ya que lo sobrenatural es –por definición—inimitable. "Por suerte, en los últimos años hay (al lado de un banal revisionismo, que hurga en los aspectos menos importantes de la vida del Libertador) serios intentos de descubrir al estratega, al ejecutor, al estudioso de los condicionantes internacionales, al hombre que combinaba decisión con pragmatismo y que, por sobre todas las cosas, un patriota. "Esto ha renovado el interés por San Martín. Una poeta santafesina ha dicho que los monumentos se han levantado para que los héroes no hablaran. Ahora, se está empezando a escuchar a ese Libertador que, hasta hace poco, era puro bronce". Horacio Lara | ||
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