ESTOCOLMO (DPA).- ¿Padece el comisario Kurt Wallander un principio de Alzheimer? Esa es la sombría pregunta que flota sobre la nueva novela de Henning Mankell con el arisco investigador de Ystad como protagonista. Los lectores podrán ver la respuesta en la última de las 555 páginas.
Tras diez años de pausa, el más exitoso autor de novela negra de Suecia rompió con "El hombre intranquilo" la promesa que se hizo a sí mismo de no escribir una décima novela de Wallander.
Wallander, que está bastante solo, profesionalmente ya no tiene una posición tan segura y se convirtió en abuelo a través de su hija Linda, está experimentando "agujeros" en su memoria extremadamente angustiantes en la búsqueda de los desaparecidos suegros de Louise. El aristocrático suegro era un alto oficial de la Marina y hasta los años 80 participó en la caza de misteriosos submarinos extranjeros ante al costa de Suecia.
Cuando también su esposa parece haber sido tragada por la tierra, surge la sospecha de que quizá alguno de los dos era "el" espía de Moscú en la gran caza de submarinos.
La tensión hasta la resolución de este enigma se mantiene en límites y no es especialmente original. Como siempre en sus novelas, Mankell hace avanzar la trama muy lentamente. Quizá demasiado lentamente, con muchísimos puntos muertos y un tema que en Suecia en realidad ya está bastante explotado.
Pero se nota que el autor puso mucho esfuerzo y cariño en la lucha de Wallander contra su invencible envejecimiento. Como consuelo para los lectores, Wallander se olvida su arma de servicio en un local, pero a cambio se le ocurre la brillante idea que soluciona el caso.
Wallander sigue teniendo vigen-cia. Con o sin Alzheimer. Pero Mankell pone un punto, como se lee en la página 555: "La historia de Kurt Wallander terminó irrevocablemente".