| Son cientos de miles, acaso millones, los admiradores de la gran obra literaria de Federico García Lorca, ya de sus estupendos poemas o de sus escritos prosados. En mi caso particular, mi más que acotado conocimiento sobre el tema lo sitúa en la cima. Su nombre completo era Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca, siendo granadino por adopción, ya que si bien nació en Fuente Vaqueros el 3 de julio de 1898, eligió para vivir, escribir, cobrar notoriedad y hasta morir la ciudad de Granada, en cuyas cercanías fue fusilado el 18 de agosto de 1936, apenas cumplidos los 38 años. La orden de ejecución fue dada por el gobernador civil de la ciudad morisca, José Vázquez Guzmán, quien lo hizo secuestrar de la casa del escritor Luis Rosales el 15 de ese fatídico mes por su incondicional Ramón Ruiz Alonso, quien lo condujo a la gobernación en calidad de detenido. En la madrugada del 18, tras ser vejado moralmente, lo sacaron sigilosamente con destino incierto. Por la tarde, Vázquez Guzmán comentó con jactancia en su entorno "por fin matamos al puto y comunista de García Lorca", aunque después canallescamente emitió un escueto comunicado oficial que expresaba: "A las 4 de hoy, don Federico García Lorca ha fallecido por heridas de bala, producidas en hechos de guerra. Su cadáver -continuaba- se encontró sobre un barranco cerca de la carretera que une Viznar con Alfocar, siendo sepultado en fosa común, -y finalizaba- Dios se apiade de su alma". Insólita, mendaz y perversamente, el mandatario regional se empeñó en hacer creer que el poeta había protagonizado un enfrentamiento armado. Junto con él fueron ajusticiados (si vale la expresión) Dióscoro Galindo (maestro) y los banderilleros Francisco Galadi y Joaquín Cabezas, de los que no se dieron mayores precisiones. García Lorca se autodefinía como católico, anarquista, libertario, comunista y monárquico, pero sin actuación alguna, simpatizaba -eso sí- con el Frente Popular, de sesgo izquierdista. Tenía ya fama mundial y sus horas las repartía escribiendo y lo que él llamaba "sus vicios" que eran: el arte taurino, el "cante jondo", beber "chatos" de manzanilla con los gitanos en las tabernas o platicar con sus famosos amigos, como el cineasta Luis Buñuel, los escritores Rafael Alberti y Jorge Guillén, el pintor Salvador Dalí, también el jefe de la Guardia Civil, Juan Guerrero Azcona, para quien escribió "Romance de la Guardia Civil Española", un compendio de belleza y metáforas, o el entonces popular poeta y torero Ignacio Sánchez Mejía, muerto en lidia en Manzanares (cerca de Madrid), a quien dedicó su resonante elegía "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías", pieza con profundo sentimiento. Otro de sus buenos amigos (aunque en la acera opuesta en el pensamiento político) fue José Antonio Primo de Rivera, creador y jefe de la Falange Española. Este dirigente fue fusilado el 21 de noviembre de 1936 (tres meses y tres días después de Lorca) a los 33 años, en Alicante, acusado de "conspiración y rebelión militar", ordenada la ejecución por jerarcas de su mismo bando (franquista), lo que da idea del clima de violencia que ya se respiraba en España. El crimen de García Lorca (encubierto con el eufemismo "fusilamiento") mereció la repulsa unánime de la comunidad hispano parlante mundial y motorizó la contienda civil aún embrionaria en la península, proyectándola a nivel internacional con la participación de -por lo menos- tres países (Alemania, Italia y Rusia), dejando un luctuoso final con la friolera de 500.000 muertos, aunque el escritor español Ángel María de Lera en su libro "Las últimas banderas" (cuya lectura me permito recomendar) eleva esa cifra al doble. El 18 de agosto se cumplirán 73 años de este lamentable suceso que recordará dolor la enorme cantidad de "lorquianos" diseminados por el planeta. Avelino Noel Sierra DNI 5.562.300 Roca | |