Una novela de Reina Roffé irrumpe desde la ficción en el viaje de Federico García Lorca al Buenos Aires de la década del 30, esa ciudad donde el poeta granadino se sintió a sus anchas con la vida cultural junto a otros escritores como Pablo Neruda, Alfonsina Storni, Norah Lange y Raúl González Tuñón.
"Este libro fue como tomarme el pulso como escritora ya que mis novelas anteriores tiene una estética distinta ("Llamado al Puf", "Monte de Venus", "La rompiente" y "El cielo dividido")", señala la escritora en declaraciones a Télam.
"A partir de mi experiencia como biógrafa de Juan Rulfo quise tomar un período de la historia argentina y buscar un personaje español, que hubiera vivido una época de nuestro país y enseguida apareció Lorca. De chica antes de aprender a leer sabía de memoria sus versos, que recitaban mis tías, y me gustó ese período tan importante y tremendo con el avance del fascismo", afirma.
En "El otro amor de Federico", publicado por Plaza Janés, la autora juega con la ambigüedad a través de distintas voces que dicen del poeta, voces verdaderas y ficticias que se entremezclan, más la propia voz de Lorca que se ensambla en el conjunto.
"El escribe a su madre, doña Vicenta, alguien muy importante en su vida y su voz registra también los momentos más íntimos cuando se saca sus caretas y se enfrenta con su verdad: indaga sobre su sexualidad, se pregunta qué es un hombre viril y descubre ante el lector todos sus miedos", resalta la escritora.
A través de distintas modalidades discursivas, Roffé va hilvanado esos meses -desde octubre de 1933 a marzo de 1934-, de la mano de la Astróloga que cuenta la travesía del poeta hacia América; de Cesca, una periodista que mantiene una relación íntima con el granadino y de otros personajes que dan encarnadura a ese Lorca, instalado en la ciudad porteña.
Siempre se habla sobre su estadía aquí, "de un Lorca fascinante, seductor, que conquistó a todo el mundo. Cosa que es cierta, pero poco se dice del poeta melancólico que se interroga todo el tiempo sobre el valor de su obra", menciona. _ "Yo hago aparecer un Lorca inventado, soñado por Cesca, ese personaje imaginario que entra a dialogar con otras voces reales como la de Pablo Neruda y Oliverio Girondo", insiste la autora con esa idea "de conciliar verdad y ficción, vida y literatura", presente en la génesis de "El otro amor de Federico".
"Quise trabajar el relato enhebrándolo con briznas de conocimiento -prosigue-, con la documentación pero especialmente con mis sospechas, mis intuiciones, acerca de cómo eran estos personajes y también la ciudad de entonces".
La escritura pasaba por lo que se sabía de Lorca, "pero yo me detuve en lo que se había callado. O en subrayar lo que se había dicho en una ocasión u otra trabajándolo para mostrar la distorsión en la búsqueda de otra significación que actualizara la mirada sobre el granadino, sin los prejuicios de esa época".
Como contexto se delinea esa Buenos Aires culta, festiva, a la vanguardia en cuanto a espectáculos teatrales, la música popular.... "Esa fue mi intención. Por medio de Lorca hablar de la ciudad y sus creadores", reafirma.
Otra tema que incorpora Roffé, es la cuestión de la escritura: "Todo el tiempo el poeta está mostrando lo que piensa sobre los procesos de la escritura. De sus bordes, de los límites, de esa aspiración que siempre va más allá".
La novela finaliza con el regreso de Lorca a España, "donde analiza todo lo que ha vivido en tierra argentina, hace una especie de balance y surge el tremendo temor del regreso, porque intuye que pasan cosas terribles y se pregunta, si ahora que vuelve triunfante, le permitirán seguir adelante con sus búsquedas".
Télam