Jueves 13 de Agosto de 2009 Edicion impresa pag. 37 > Deportes
OPINIÓN: Hay ilusión, pero...

Basta leer lo que dicen la mayoría de los hinchas de fútbol por Internet. La gran mayoría celebra el fin del monopolio. Y por una doble razón: por un lado, confían en que ahora habrá mayor democracia en la distribución televisiva de las imágenes y, por otro, aguardan un periodismo menos comprometido con el negocio. Por ahora, es sólo una esperanza, porque de poco serviría si los cambios anunciados por la AFA sólo implican el pase de un monopolio a otro.

¿Revisará hoy el monopolio televisivo qué ha hecho mal en todos estos años que parece tan unánime el fastidio de los hinchas, además de sus lógicas demandas judiciales y su repentina vocación de trasparencia informativa, luego de años en los que ocultó cifras argumentando que su contrato con la AFA era un negocio privado?

¿Y mantendrá Julio Grondona su repentina vocación por defender los intereses de los clubes, a los que durante décadas ocultó el contrato y mantuvo siempre bajo la raya con sus discrecionales adelantos de dinero?

¿Cómo imaginar este nuevo escenario del fútbol argentino cuando hasta hace menos de un año atrás las partes se juraban públicamente amor eterno, aunque en voz baja se sabía que recelaban uno del otro y que lo suyo era simplemente un matrimonio de conveniencias, pero no de convicciones?

El país parece sobresaltado. Noticieros televisivos y radiales, portadas de los diarios, todos hablando del fútbol y la tevé. Acaso saben que el tema abarca mucho más allá que la pelota y que un negocio televisivo. Por eso, reducir la rescisión unilateral de la AFA y los números que ahora sí difunde generosamente la tele desplazada a una mera cuestión económica no tiene sentido.

El fútbol suele ser una formidable punta de lanza. Mucho más que un balance anual, la pelota sirvió a la tevé para consolidar un monopolio fenomenal. Y a la AFA para que su socio prefiriera entretener antes que informar, mientras los clubes, o una buena mayoría, se dedicaba al negocio siempre oscuro de vender jugadores y arruinar así su principal patrimonio.

Grondona parece haber retomado una inusitada audacia en los que parecen ser los últimos años de su mandato eterno en la AFA. La designación de Maradona como DT de la selección fue un paso inesperado, una apuesta todavía incierta, aunque nadie se imagina a Messi afuera del Mundial de Sudáfrica.

Y esta segunda decisión, por un lado sacarse de encima a la sociedad Torneos-Clarín y, por otro, elegir como nuevo socio a un gobierno en retirada, tomó de sorpresa a todos. Grondona siempre supo que el poder sólo desgasta a quien no lo usa. El lo usó y abusó. Y ahora sorprende con una nueva demostración de fuerza cuya resolución final sólo se verá con el tiempo.

Porque la mayoría de los hinchas, según se ve hasta aquí, confían en el inicio de una nueva era. Pero se trata sólo de una manifestación de confianza.

¿Merece el gobierno tal manifestación? ¿Liderará en el fútbol una democratización que amagó pero quedó lejos de concretar en áreas acaso menos impactantes que la de la pelota, pero sí más importantes para el progreso de los pueblos, o limitará su decisión a una simple batalla para ver quién es el más poderoso?

 

EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

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